lunes, 23 de junio de 2008

ETAPA 12 - SARRIA - SANTIAGO - FIN DEL CAMINO!


Etapa 12 – Sarriá – Palas de Rei - SANTIAGO – 115 km – 9 horas 45 minutos. Velocidad media 15.6 km/h.



“A veces olvidamos con demasiada facilidad que somos dueños de nuestras vidas. Que nosotros decidimos siempre… Y que si no lo hacemos no podemos culpar a nadie más que a nosotros mismos”. Este pensamiento lleva días forjándose en mi cabeza, y hoy no para de rondarme, como buscando concreción.



A medida que he ido avanzando por el Camino, me he ido sintiendo cada vez más fuerte. Física y mentalmente. Siento cómo mi confianza para superar obstáculos, para no desfallecer, aumenta cada día. Cada minuto. Soy DUEÑO de mi vida. Por primera vez estoy tomando decisiones en las que el objetivo principal es VIVIR, y no anticipar futuros o combatir pasados.


Al mismo tiempo me siento muy humilde, porque he tenido la oportunidad de ver gente excepcional, haciendo esfuerzos extraordinarios, movidos por una motivación y una tenacidad a prueba de bombas. Cada uno de ellos haciendo SU propio CAMINO.


Hoy llegaré a Santiago. Final de este Camino.


El Valle del Xil me sumerge en la Galicia que huele a prado, a horno de leña, a ganado. El aire está impregnado de eucalipto, que me envuelve. El viento en aumento, me trae aromas frescos y familiares de Atlántico.
El embalse de Belesar, aprisiona al Miño, y desplaza montaña arriba al pueblo de Portomarín. El puente original del Camino se puede todavía apreciar bajo el agua.


Me lo tomo con calma. Tengo que disfrutar de estas últimas horas de esta intensísima experiencia. Recuerdo en este momento a todas las personas que he ido conociendo a lo largo de estas casi dos semanas. Sus comentarios, expectativas, motivaciones, dudas y certezas. Mi propio recorrido interior y exterior. Josep, ya comentaba desde el segundo día, que una jornada en el Camino le deparaba más intensidad vital que varias semanas en su rutina en Barcelona.
Pienso en esa prisa vital que nos contagia a todos, para no darnos nada a cambio. Nos pasamos el día corriendo hacia ninguna parte, con una consecuencia clara. No vivir – o al menos no hacerlo con intensidad (qué otra cosa puede ser VIVIR si no?). Me sonrío cuando me viene a la cabeza el slogan de Camper: “Walk, do no trun”. Lo que en principio era una contestación a las campañas hiperactivas de Nike, hoy podría ilustrar perfectamente esta opción vital.
Paradójicamente, a medida que reduzco la prisa, y me concentro en este ritmo pausado, de paladeo lento de la realidad, se me hace esta más rica. Mucho más intensa y repleta de matices y dimensiones hasta ahora desconocidas.


A partir del kilómetro 45, los sucesivos afluentes del río Ulla parecen ocuparlo todo, y transforman la ruta en una constante montaña rusa. Sube hasta la cima del monte y vuelve a bajar hasta el cauce del riachuelo, bajo un dosel de eucaliptos y pinares. La mayoría de los cursos de agua nos vemos forzados a pasarlos con Rita al hombro, haciendo equilibrios sobre resbaladizos pedruscos colocados en medio del cauce.


Al hilo de las reflexiones anteriores recuerdo las conclusiones del filósofo italiano Giacommo Marramao, que propugna la necesidad de retomar el tema de la EXPERIENCIA, como la capacidad de vivir intensamente cada cosa que nos ocurra en el presente – AHORA! – y no simplemente en el sentido banal que le damos hoy en día a conceptos como felicidad o alegría, en la mayoría de los casos con una gran componente de alienación. Marramao entiende la FELICIDAD como la capacidad de hacer experiencia intensiva de TODO, incluso del dolor. Y se lamenta de que todos vivamos prisioneros en esta cultura de la prisa. Qué apropiado!!!


El viento aumenta de intensidad a medida que avanza el día. Deben ser quince o veinte nudos por la proa, que en un terreno menos accidentado sería muy incómodo. Aquí no paro de hacer kilómetros parapetado tras las colinas en las subidas, y los muros de eucaliptos en las bajadas.
Me acerco al Monte del Gozo – que recibe su nombre del éxtasis que sentían los peregrinos al ver, por fin, las torres de la Catedral de Santiago en la distancia. De repente, en medio de tanta mística, un avío de Easyjet que aparece y se eleva veloz de entre los árboles. Me ha roto todo el buen rollito. Sí. Este es uno de los últimos destinos del low cost, y supongo que además de llevarse peregrinos a casa, nos debe inundar Santiago con fiestas de despedida de soltero/a de pandillas de ingleses.


Intento apartar este manotazo de realidad y tras un denodado esfuerzo, consigo sumirme otra vez en mis propias reflexiones. Las conclusiones del final del viaje.


Pienso en Alfie, y en su mezcla de extrañeza por las motivaciones que me pueden llevar a hacer este viaje, y al mismo tiempo una cierta admiración. A ratos llego a pensar que incluso un poco de envidia, pero sinceramente no se si esto sería llevar el tema demasiado lejos. Hay determinados niveles de sacrificio para los cuales, a los quince años no hay atractivo posible!
Pienso en Alfie, y en la conclusión de este viaje que compartiré específicamente con él. El esfuerzo, el sacrificio vale la pena. Esto fuera de contexto podría parecer una monserga de mayores, pero adquiere un extraordinario sentido en este punto del Camino. El esfuerzo. El llegar hasta tus límites y comprobar que tus capacidades van más allá de lo que incluso tú mismo creías. El percibir cómo te vas haciendo cada vez más fuerte, con más recursos. Todo esto tiene un enorme valor inmediato. Ya es en sí mismo una satisfacción. Pero es que además te va armando para sacarle cada vez más partido a la vida. Para poder vivirla más intensamente.
Hay una diferencia substancial entre los valores del esfuerzo con los que educaron a mi generación, y el que yo quiero compartir hoy con Alfie. Vale la pena sacrificarse, esforzarse al máximo para SER. No para TENER. Ser te libera, porque te da opciones vitales. Tener te esclaviza porque te lleva siempre en la dirección de querer más y sólo te ofrece satisfacciones efímeras.


La subida al Monte del Gozo, la disfruto durante cada metro. Lentamente. Es la última subida del Camino. No quiero que se acabe. Noto como Rita remolonea sin disimulo. Después de tantos kilómetros juntos se produce una simbiosis, nos hemos hecho uno, y puedo sentirla sin necesidad de prestar atención. Rita tiene su propio código y sus propias claves, y está claro que si por ella fuera seguiría muchos días más. Comienzo a pensar cuál será la próxima. La Transpirenaica? Los senderos patagónicos que me propone Pablo Mariani?


Esther me espera en Santiago. Este ha sido NUESTRO camino. Los dos lo hemos vivido con una increíble intensidad, y en una comunión física o mental o electrónica, pero desde luego continua. Este ha sido el primer paso de el nuevo camino que nos hemos planteado, y ahora se nos abren cientos de caminos que exploraremos – intensamente – juntos.


En la primera entrada de este blog, confesaba a corazón abierto, mis sentimientos por ella, envueltos en la niebla de la partida, con todo el Camino todavía por delante. Hoy, quince días más tarde, todos esos sentimientos se han consolidado y concretado en imágenes. En alegorías. En metáforas.
Esther es en este atractivo y coherente proyecto vital, la bruñidora de ilusiones, la tejedora de sueños, la forjadora de todo ese andamiaje que sostiene todos nuestros valores y principios. Es la arquitecta de la estructura de nuestro presente, y la decoradora de interiores de nuestro futuro. Ella tiene el código que interpreta nuestras fantasías y las claves para hacerlas realidad. Esther es la dueña de nuestro tiempo, y lo alarga y estira hasta hacerlo eterno solamente con su presencia. Ella es la que maneja con maestría la paleta de colores que define nuestra existencia. Esther es demiurgo y yo resultante resultado.


Me estremezco, y noto la sonrisa malévola de Rita. Le encanta que me ponga romántico. Si tuviera cejas, tendría una levantada, con esa sonrisa de manillar de medio lado que se le pone.


La bajada radical – y pedregosa. Cuidado! – del Monte del Gozo, parece confirmar que esto se acaba y que ya no hay marcha atrás. En cuestión de minutos me encuentro callejeando por el viejo Santiago, que tiene esa vitalidad de las ciudades universitarias, la magia del final del camino, y el encanto natural de sus gentes y su cultura.


Recorro muy despacio el dédalo de calles peatonales que me acercan al OBRADOIRO…
850 km. 12 días sobre la bici. 80 horas de pedaleo continúo. 4 comunidades autónomas. 320 pueblos. Casi 4000 flechas amarillas (o conchas, o patas de oca). Más de 6000 m de desnivel acumulado. 8 puertos de primera o de categoría especial. Y 20.000 palabras en este blog. Todo ello vivido MUY intensamente. Minuto a minuto.


En la Plaza, ante el maravilloso pórtico de la Catedral, me esperan Esther, Alfie y Mamá, que me felicitan por haber cumplido el objetivo. Al poco se nos acerca un vendedor de lotería, a ofrecernos la SUERTE para mañana. A lo que Esther replica espontánea. “para qué mañana si ya nosotros la tenemos toda hoy???”


Se cierra una etapa del Camino, y se nos abren otra mil, que nos pondrán a prueba con lluvia, barro o viento, y nos deleitarán con momentos como el del Alto de Montes de Oca, nos enseñará como en el Alto de Mostelares o nos embrujará como en el Cebreiro.


Y dando una pequeña victoria a la nostalgia, miro atrás a todos estos días en el Camino, y se me hace más aparente el poema que me regaló mi queridísima Ana:


Atrás queda la huella
profunda herida en la tierra
estigma del paso errante
regalo del caminante

Al frente queda el camino;
polvo,
piedra y grama
esperan ser pisadas

Quedan rastros en el alma,
queda la vida marcada,
mientras espera el mañana
la impronta del devenir

Tu rostro, en sus surcos refleja,
toda vivencia pasada,
guarda el brillo en tu mirada
la luz de mi amanecer.


Con la esperanza de que os inspire a todos y con el agradecimiento de corazón por haber tenido la generosidad de compartir este viaje conmigo, y hacerme tanta compañía.


ULTREIA!!!

domingo, 22 de junio de 2008

ETAPA 11 - Villafranca del Bierzo - Sarriá


Etapa 11 – Villafranca del Bierzo – O Cebreiro - SARRIA – 81 km – 6 horas 45 minutos. Velocidad media 18 km/h.


Tras dejar la capital del Temple en el Bierzo, serpenteamos durante unos 20 kilómetros por el fondo de los valles de la Comarca. Interminables pasillos forestales de hayas, cedros y castaños, en paralelo al río Valcarce (que viene del latín Val Carceris, el valle encajado).
Ríos, torrenteras, fuentes, manantiales, pozos, arroyos, afluentes. El agua en todas sus formas y exuberancia. Agua que fluye de cada piedra. De cada pared. De cada planta. Cualquier rincón se convierte en improvisado manantial. Todo rezuma agua, y los helechos dejan besos húmedos sobre el reflejo colorido y fugaz del peregrino.


El río baja susurrante, como compartiendo confidencias. A lo largo de estos primeros veinte kilómetros me habla del fluir, como la vida. Puedes poner los obstáculos que quieras, el agua – la energía vital – no los enfrenta, simplemente los rodea, los abraza, los hace suyos, y los integra en el devenir del propio rio. El rio fluye armónico. El rio forma rápidos rabiosos como esas fases vitales de transición que demandan de nosotros todas nuestras fuerzas. El rio cae en saltos de agua, en busca de nuevos cauces, de nuevos caminos, de nuevos proyectos. La vida en reinvención.

El caudal me susurra; me llama; me enseña.

A partir del pueblo de Ferrerías comienza una subida inclemente por senderos pedregosos. Veo a muchos ciclistas abandonar el camino y salir al asfalto. Hay que empujar la bici por muchos tramos. Es un camino-torrente, que canaliza toda el agua que busca ansiosa unirse a los arroyos en el fondo de los valles. Son diez kilómetros exactos de purgatorio – verde y húmedo – hasta poder tocar la gloria de O Cebreiro. Entramos en Galicia.

Si el Bierzo es la capital de los misterios del Temple en el Camino, O Cebreiro encarna toda la

magia celta y todas sus posteriores evoluciones y sincretismo con el Cristianismo dominante. El conjunto de pallozas, y su ermita-monasterio dedicado a San Benito, emanan una energía especial. Son sitios mágicos con una fuerza telúrica que seduce al peregrino, que le confirma que en esta etapa de su viaje interior, ya está entrando en un nuevo estado de perfección espiritual.

En O Cebreriro se aúnan tradiciones y leyendas, que parecen convivir con la realidad de los turistas y las tiendas de recuerdos. Aquí se respiran los arcanos más herméticos del Camino. Las fuerzas invisibles, que trazaron estas rutas como grandes canales de energía hace cientos de años.

El Camino de las Estrellas de las tradiciones druídicas, el viaje iniciático que llevaba al “que busca” al fin del mundo conocido (Finis Terrae), a la entrada del otro mundo, o al paraíso, como evocación de la perfección interior. El camino ya era una ruta de peregrinación mucho antes de que las tradiciones cristianas lo asimilaran al apóstol Santiago, y se convirtiera en el tercer punto de peregrinación más importante del cristianismo, después de Roma y Jerusalén.
Los peregrinos se guiaban por el Camino de las Estrellas. La Vía Láctea es como gran mapa dibujado en la noche, que guiaba a los peregrinos hasta su destino, a lo largo del paralelo 42. Compostela, no es otra cosa que el Campus Stellae – el campo de las estrellas – o final del viaje siguiendo la ruta marcada por los luceros. Durante el día, los peregrinos tenían una segunda fuente de referencias. El Juego de la Oca. Las bandadas de ocas, gansos y ánsares que hacían sus migraciones anuales de este a oeste, han dejado múltiples muestras de su importancia a lo largo del camino. En nombres de pueblos, en catedrales, en las leyendas locales. Es posible que la vieira que hoy representa al camino, y que lo va marcando, como símbolo del apóstol, no sea otra cosa que la asimilación cristiana de las patas palmeadas de las ocas en la tradición original. El juego de la oca, sería por tanto una perfecta escenificación de las fases y referencias tanto del CAMINO físico, como del espiritual.

… Y tanto los templarios, como los maestros constructores de las catedrales, conocedores y estudiosos de las tradiciones esotéricas, incluyen en su manifestaciones, de forma reiterada, todos estos elementos.

Impregnado de misterio. Empapado de la magia del Camino. Siento que algunos elementos diferentes de realidad comienzan a perfilarse, todavía esquivos. Vuelvo a dar las gracias al Camino por sus enseñanzas, y continúa la jornada con dos altos más. El de San Roque, pelado y ventoso, y el del O Poio, el techo del camino gallego con 1.335 m.

A partir de este momento se entra en la Galicia auténtica y rural, que no nos suelta ya hasta la subida al Monte del Gozo a las puertas de Santiago. Una secuencia de colinas y valles, de prados y bosques, en perfecta y continua secuencia, en otra suerte de alegoría vital, en donde cual Sísifo, subes por pendientes inclementes, en busca del cielo, y desciendes a continuación a tumba abierta para encontrar el fondo de valle labrado durante millones de años por ese arrollo serpenteante. Inofensivo.

Si en Castilla teníamos pueblos cada 10 o 20 kilómetros, en Galicia los pueblos – caseríos – se suceden hasta hacernos perder la orientación y la secuencia. Tengo que mirar continuamente mi moderno tablero de la Oca, para saber en cada momento en dónde me encuentro. Es una borrachera de verde, agua, pizarra, y olores a hornos de leña.
El Camino está perfectamente cuidado y marcado, y las gentes son especialmente hospitalarias y amistosas con el peregrino. Y la belleza tanto natural como la creada por el hombre a lo largos de cientos de años es sobrecogedora.

Puedo entender perfectamente a los que dicen que el Camino es Galicia y que Galicia es toda Camino.

…Me siento tan feliz que convierto cada pedalada en una acción de gracias, y me imagino las ruedas de oración tibetanas, que los monjes hacen girar incansables, y así siento mis pedales. Que giran y giran. Que agradecen y aprecian. Y que en veinticuatro horas ya estarán en Santiago.

ULTREIA!!!

sábado, 21 de junio de 2008

ETAPA 10 - Astorga - Villafranca del BIERZO


Etapa 10 – Astorga – Villafranca del Bierzo – 78 km – 7 horas 35 minutos. Velocidad media 16.2 km/h.


Hoy he visto el cartel de 200 km a Santiago. El corazón me ha dado un vuelco. Por una parte no era consciente de haber hecho ya más de 600 kilómetros. Por otro lado, Santiago está a mi alcance. Está ahí mismo. Pero hay una leve puntada de desazón. El Camino pronto se acabará. Al menos este Camino.

Tras el día de lluvia de ayer, hoy encuentro peregrinos por todas partes. Cientos. Parece que con el maravilloso día de sol que se nos regala hoy, todos han decidido recuperar, desde temprano, los kilómetros perdidos. Casi no necesito buscar las flechas amarillas por la ruta. Siempre tengo un caminante a la vista que me va indicando el camino. Yo hago solo toda la etapa. Cada día más noto que encuentro un nivel de introspección y de identificación con el elemento físico del camino, que intento, inconscientemente, evitar interferencias. Incluso, cuando por accidente coincido con ciclistas, individuales o en grupo, nuestro pedaleo en compañía no alcanza más allá de unos cuantos minutos, en los que cambiamos impresiones generales, y continuamos cada uno por nuestro lado. O digo mejor, a nuestro ritmo.

Desde la salida de Astorga, se toma perfecta conciencia del perfil de la jornada. Y muy pronto se nos presentan altivos, en la distancia, los Montes de León, todavía salpicados de manchas de nieve dispersa.
Si en Roncesvalles el desnivel a superar era de 200 a 1600 m., aquí la meseta ya nos ahorra unos 600. Aún así, preparo todas mis fuerzas físicas y mentales para trepar por los caminos de peregrinos hasta La Cruz de Ferro primero (1500 m) y luego tras bajar a Manjarín, al Alto del Acebo (1600 m). A partir de ahí, una larguísima bajada a Ponferrada, nos introduce de lleno en la comarca del Bierzo, para terminar en Villafranca.

A pesar de continuar en León, la sonoridad del castellano comienza ya a tener claros matices gallegos. Repaso mentalmente la variedad de tonos que desde que comencé en St Jean – un interesante navarro-afrancesado. El Navarro recio del norte de Navarra, con dejes claramente vascos, al navarro más castellano del sur. El castellano seco de la Rioja. El burgalés limpio y articulado. El leonés tan propio y tan lleno de influencias de Castilla, Cantabria, y Galicia en sus diferentes comarcas. Y además he disfrutado de la riqueza de andaluces, catalanes, valencianos, canarios, madrileños, con los que he ido coincidiendo a lo largo de estos días. Cada uno con su propio tono, ritmo, armonía, vocabulario o expresiones. Para alguien como yo, que puede encontrar tanto placer en las múltiples tonalidades del idioma, es inconcebible que éste pueda ser utilizado como arma arrojadiza de desunión o de separación. En el Camino de Santiago, como en cualquier otra ruta de largo recorrido que se pudiera hacer por España, la variedad idiomática es un factor de diversidad tan atractivo, como podría ser la gastronomía, el folklore, el arte o el paisaje.

De la Meseta a la Montaña. Los campos de cultivo van dejando paso rápidamente a una vegetación boscosa, que al llegar por encima de los 1300 m desaparece casi totalmente para sumergirnos entre brezales y monte bajo, más propio de la alta montaña. Rita clava sus tacos en las pendientes pedregosas y al límite de su tracción, no paramos de subir. Pronto llegamos a Foncebadón, Un poblado de casas de pizarra en medio de un páramo desierto y ventoso, en el que las cabras – con su proverbial espíritu ascético – son los únicos animales que soportan tan duras condiciones. Bueno, y los perros del albergue, aunque a juzgar por su permanente estado de modorra, se podría pensar que la falta de oxígeno por la altura, los tiene completamente aturdidos, hasta el punto de pasarse la vida dormitando por los rincones. De todos ellos, Tecla, la bóxer albina es mi favorita. Y en algún momento de lucidez que le sobreviene, consigo que me haga un poco de caso, y la aprecio en toda su belleza y ternura. No consigo, sin embargo, hacerle una foto en este flash de actividad, porque cuando echo mano de la cámara, ya se ha vuelto a derrumbar desmayada bajo una de las mesas.
El albergue de Foncebadón lo gestiona una comunidad hippy de lo más divertido. Viven según los principios más radicales del espíritu del 68, con su ecología militante, su orientalismo espiritual, su “autarquía”, su amor libre y educación conjunta de los vástagos de la comuna, su radical anticapitalismo. Paso un muy buen rato con ellos, y con el ir y venir de actividades que tenían asignadas unos y otros en base a algún plan al que se referían continuamente. Alguien muy parecido a mi parece haber pasado la noche en el albergue, y cada vez que alguno de los hospitaleros me ve, me pregunta que qué hago todavía por ahí; cómo es que me he hecho ciclista; o de dónde he sacado la bicicleta. Una me llega a preguntar si había regresado a que me diera otro masaje… A lo que estuve a punto de responder que SI! A lo largo de los kilómetros siguientes intento encontrar a mi otro yo caminante, pero no lo consigo. Espero que esté teniendo las mismas satisfacciones a sus expectativas que las que el Camino me está dando a mi.
La Cruz del Ferro se yergue majestuosa sobre un pilar de unos diez metros, con un fondo de cielo azul cristalino que parece a punto de quebrarse. Desde hace muchos años, cada peregrino pone una pequeña piedra junto a su base, y hoy en día la cruz se sostiene sobre cientos de miles de piedras que hacen una enorme colina a su alrededor. Desgraciadamente el momento de recogimiento se me rompe al aparecer como de la nada, tres autocares de turistas alemanes, que toman toda la zona por asalto. Decido dar pedales rápidamente y continuar hacía Manjarín, el Alto del Acebo y disfrutar de la larguísima bajada hasta el valle del Bierzo y Ponferrada.

Ponferrada es la principal referencia templaria del Camino. La orden que tenía como uno de sus objetivos principales la protección de los peregrinos, tanto los que iban al Santo Sepulcro en Jerusalén, como los que venían a Santiago, dejó muestras de su control a lo largo del Camino, hasta su lamentable desaparición a principios del Siglo XIV. El aura mística y mistérica que envuelven a la orden a sus actividades, probablemente mitificadas por lo irregular e injusto de su persecución por la propia Iglesia, hasta su desaparición, lo impregnan todo, y me hacen sentir un poco Templario moderno, a bordo de Rita, mi cabalgadura del siglo XXI.

Un empujón más entre valles angostos, en donde reaparecen las viñas en cultivos más montaraces y agrestes, nos deja a las puertas de Villafranca del Bierzo, fin de la etapa de hoy, en donde hay que hacer acopio de fuerzas para afrontar la escalada a la frontera con Galicia, y con sus más profundas raíces celtas y druídicas. El alto de O CEBREIRO.

ULTREIA!

Cuaderno de Campo del Peregrino.


* Las horas de soledad de pedaleo juegan con mi mente de forma caprichosa. A veces consigo mantener el enfoque en reflexiones relevantes, y otras veces entro en fases que he denominado “mind gliding” en las que fluyen las más disparatadas reflexiones. Una de ellas ha sido la velocidad de los bichos, y aunque parece poco relevante, creo que tiene una gran importancia para el peregrino. El primer elemento es que si llueve o hace viento, no hay bichos (alguna ventaja tenía que tener tanta dificultad). Pero si hay sol, la cantidad de bichos es simplemente abrumadora. He ido haciendo pruebas, y hasta diez km/h los bichos son capaces de mantener tu velocidad, y mortificarte con saña. A partir de esa velocidad no pueden seguirte, y se limitan a chocar contigo con más o menos consecuencias para ellos y para ti, dependiendo de su masa, y de las velocidades respectivas del peregrino y del bicho en cuestión (He visto a un ciclista con la mitad de la cara hinchada por un choque con un escarabajo a más de 40 km/h). Ah, y en relación con los bichos hay un último tema a tener en cuenta. Una vez se pasa de 10 km/h hay que respirar por la nariz. En el último tramo antes de llegar a Villafranca, creo que mi dieta se ha visto enriquecida por un número indeterminado de moscas, mosquitos y otros bicharracos.

viernes, 20 de junio de 2008

ETAPA 9 - León - ASTORGA


Etapa 9 – León - Astorga – 55 km – 4 horas 15 minutos. Velocidad media 16.6 km/h.


Después del día de descanso, tengo mucha fuerza y ganas de ponerme en camino. Rita me confiesa que también. Pero antes tenemos que solucionar el problema de la cubierta – aunque quizá el parche podría aguantar hasta Santiago!


Desenredarme de Esther me exige poner en marcha toda mi disciplina peregrina.

En el aparcamiento del parador, reviso nuevamente la cubierta, y confirmo que la zona dañada sigue creciendo, probablemente por el contacto con la zapata del freno. Además me doy cuenta de que la llanta trasera se ha vuelto a desalinear, y para mi horror descubro que llevo dos radios rotos. Esto ya son palabras mayores. Necesito buscar un taller antes de poder salir.
Me lo tomo con una calma inusual, y lo atribuyo a que efectivamente las enseñanzas del Camino van dejando un poso en mi actitud general ante la vida. Ya sólo este “pequeño” beneficio, justificaría sobradamente el viaje.

Los dos primeros talleres no me pueden atender. Llego finalmente a Bicicletas Robles – magnífica profesionalidad y atención! - en donde acordamos desmontar completamente la llanta, para sustituir y dar tensión a todos los radios. Aprovecharemos además para ajustar frenos y cambiar la cubierta. Todo esto lleva el resto de la mañana, que dedico a pasear con calma por el centro de León.

La etapa no será larga, y no me importa hacerla por la tarde. La única posible amenaza radica en un frente de nubes que veo aproximarse a mucha velocidad, y que amenaza con tapar completamente el cielo azul cristalino del día de hoy. Noto además como el viento va aumentando de intensidad a medida que avanza la mañana.

Me devuelven a Rita ronroneando de satisfacción (Esto no es una licencia literaria. Los tacos de las gomas para barro, cuando las llantas están perfectamente alineadas, hacen un sonido como de ronroneo, al rodar por asfalto a una buena velocidad), y a las dos de la tarde nos ponemos en marcha en dirección a Astorga.

La salida de León – y la entrada – es un auténtico espanto. El Camino va en sentido contrario a la marcha, por aceras entre polígonos residenciales e industriales, por tramos que van de los simplemente incómodo, a lo verdaderamente peligroso. Es difícil de entender que una ciudad que recibe tanto del Camino y de los peregrinos, no haga un esfuerzo mayor por cuidarlos. Más de doce kilómetros de tormento, al paso por pueblos que se han convertido en arrabales de León.

…Y además comienza a llover con mucho viento… Las nubes preñadas de agua dejan pocos huecos azules en el cielo. Llueve por zonas, y las descargas son copiosas, y con goterones de un tamaño considerable, capaces de calarme completamente en cuestión de segundos. Llueve en diagonal, en horizontal, de lado, de frente. Las gotas me golpean la cara con fuerza y no veo nada. Tengo que parar varias veces. Un almacén de vinos. Un garaje de tractores. El acceso a unos establos en una explotación ganadera (interesante olor y calor animal!). En cuestión de minutos los caminos se van volviendo impracticables.

La etapa de hoy se está volviendo una nueva e inesperada prueba. Trato de calcular la trayectoria de las nubes negras y hago cálculos sobre el mapa para intentar anticipar en dónde me podría pillar el próximo aguacero. Afortunadamente son chubascos cortos, de no más de diez o quince minutos. En algunos casos acierto en mis predicciones, en otros, tengo que correr en mitad del campo a buscar refugio bajo algún árbol solitario. Y así, en la variante meteorológica del ratón y el gato, llego, primero a Hospital de Órbigo, uno de los pueblos emblemáticos del Camino, con casi toda su ciudad medieval perfectamente conservada, y posteriormente, tras quince kilómetros a Astorga, que me recibe con su maravillosa catedral, y su Palacio Episcopal iniciado por Gaudí, cuyos estilo sugerente contrasta con la sobriedad de las construcciones sacras vistas hasta este momento. La explicación a tanta valentía hay que buscarla en el origen común del arquitecto, con el entonces obispo de Astorga, Grau Vallespinós, que habían crecido juntos en Reus.

En Astorga hacemos uno de esos descubrimientos que se podrían convertir en razón suficiente para regresar. El Hotel Casa de Tepa (http://www.casadetepa.com/). En pleno centro de la ciudad, esta casa construida en el Siglo XVII, añade a todos sus encantos, una gestión impecable, que destila cariño en cada uno de sus detalles. Un diez!

Y mañana etapa larga con la subida a los Montes de León, hasta coronar la Cruz de Ferro, y tras pasar Ponferrada, continuar hasta Villafranca del Bierzo, para quedarnos a los pies del otro coloso a superar en estos dos días. El pico de O Cebreiro.

Del Cuaderno de Campo del Peregrino:

Algunas notas curiosas que rescato de mi libreta.

* Estella – 12 bares y 16 farmacias. Me sorprende ver tal concentración de farmacias. Sólo en la calla de mi hotel hay tres! Pregunto a una farmacéutica y me responde que en Navarra no hay limitación al número de farmacias por habitante como el resto de España.

* Obados – el pueblo del NO a la CARNE. El pueblo aparece lleno de pancartas con este slogan. Pregunto a una señora si es que son vegetarianos militantes, y me responde que no, que esto es para mostrar su oposición a la construcción de un gran matadero a las afueras del pueblo.


* Txomin y Mega, los ciclistas guipuzcoanos, me hablan de unos locos escoceses completamente borrachos que no paran de montar follón en el albergue de Ventosa, y que consiguen sacar a la hospitalera de sus casillas. Cuando me enseñan las fotos, me encuentro con mis viejos amigos, Peter y John

jueves, 19 de junio de 2008

JORNADA de DESCANSO - León


DIA de DESCANSO en León – Jornada 10 del viaje.


Esther, Alfie y Mamá han llegado sin novedad, y nos regalamos con una estancia de dos días en el Parador de San Marcos, uno de los buques insignia de la cadena, y una obra maestra del arte renacentista en su fachada. Antiguo hospital de peregrinos desde el siglo XII, el edificio se ha ido enriqueciendo con sucesivas ampliaciones, que explican la sucesión de estilos arquitectónicos. Hoy en día, a precio de parador de lujo, el ánimo original de acogida de peregrinos queda significativamente restringido. En cualquier caso, dado que el Camino sale de León pasando por su plaza, para cruzar el último puente sobre el río Bernesga, todos los peregrinos tienen la oportunidad de maravillarse con su espectacular belleza.

Nos tomamos el día de auténtico domingo en familia. Periódicos, desayuno largo y paseo, antes de irnos a visitar la Catedral y la zona histórica de la ciudad.

Encuentro entre mis notas una reflexión del psiquiatra Enrique Rojas que me viene a la cabeza en este día, después de 10 días en este Camino tan especial. Dice así. “La felicidad consiste en tener un proyecto de vida atractivo y coherente, en donde los principales temas están llenos de sentido: Amor, cultura, amistad, superación de las heridas del pasado. Pero todo ello envuelto en una atmósfera de afecto en sus más variadas y ricas versiones”.

Cuántos de nosotros tenemos un proyecto de vida, no ya atractivo, sino simplemente definido? Cuánto tiempo nos tomamos cada día para asegurarnos que nuestras acciones y decisiones son coherentes con ese proyecto de vida? Cuánto hacemos de forma consciente para dotar de sentido a los temas principales de ese proyecto de vida?


Yo debo confesar, que a pesar de tener clara la necesidad de definir este proyecto de vida, y de dotarlo de coherencia, el conservadurismo, la inercia, los miedos, la desconfianza – a mi entorno, y a mí mismo – no he tenido la decisión y el arrojo, de ponerme seriamente a trabajar en ese proyecto de vida, antes de seguir moviéndome en cualquier dirección, con la sensación de que no controlo en volante, sino en todo caso, el pedal del acelerador (y el del freno sólo ocasionalmente y siempre con daños colaterales).

En los últimos meses, la definición de ese proyecto de vida atractivo y coherente, es el centro de las reflexiones de Esther y mías, y el Camino es un paso más para conectar con ese yo interior, como parte de este ejercicio de definición. En cierta forma, este blog es una manera de compartir los valores, principios, ilusiones y decisiones con la gente más cercana y querida.

Yo simplemente añadiría a la reflexión de Rojas de forma explícita, algo que se puede interpretar en su última frase. La felicidad no es completa si no se comparte. Lo que Rojas denomina afecto, creo que debe ser amor y generosidad. Todo lo anterior deja de tener sentido, si no se le añade el factor participativo. La riqueza de las contribuciones a otros y de otros.

Esperamos a Mercedes y a Fran – que de paso de Santander a Madrid – pasarán por León para tapear con nosotros por las tabernas del Barrio Húmedo, pero un problema con el coche a la altura de Aguilar de Campoo les complica los planes, y se van de tapas con el RACE. Nos quedamos con muchísima pena, pero a modo de consuelo, Mercedes me manda este vídeo que me parece muy apropiado con las reflexiones del día y con el espíritu del viaje.
“The First Day of my Life” by Bright Eyes.
http://www.youtube.com/watch?v=zwFS69nA-1w

Entre las callejas del Barrio Húmedo – su nombre proviene de la posibilidad de “humedecernos” por dentro con la gran oferta de vinos, cervezas y otros espirituosos – nos encontramos con un grupo a medio camino entre titiriteros modernos y hippies postapocalípticos, que nos piden un euro para la “fiestuki”. Directamente, sin más preámbulos. Nos hace mucha gracia, que en un mundo en donde todo el mundo te asalta con las excusas más peregrinas – nunca mejor dicho – el que alguien te pida algo para un objetivo que pueda no ser políticamente correcto, me parece muy refrescante. Les doy todas las monedas que en ese momento llevo en los bolsillos, para que la fiestuki sea todavía más divertida!

La visita a la catedral es una invitación al recogimiento. Intento sentir lo que podrían experimentar aquellos peregrinos que sobrecogidos, se enfrentaban a tanta magnificencia y belleza a su paso por León hace cientos de años. La primera impresión es de aislamiento sensorial. La temperatura exterior, el sol o la lluvia, la algarabía de la plaza. Todo queda detrás al traspasar el pórtico. Se percibe claramente la entrada a otra dimensión de la realidad. A continuación se produce un auténtico bombardeo sensorial que reemplaza a todo lo que hemos dejado fuera. La combinación de penumbra, con las explosiones de luz y color de las vidrieras. La belleza arquitectónica, que nos eleva a través de sus columnas y arcos hasta el cielo. El olor del incienso. El sonido lejano y continuo del canto gregoriano – la versión elaborada del OM en la cultura occidental. Todo ello cautiva, embelesa, arroba, transporta y secuestra el espíritu del peregrino, que lleva varios días caminando con un tiempo inclemente por interminables campos de trigo castellanos.

Un largo escalofrío me recorre la espalda. Y agradezco al CAMINO esta nuevo privilegio de aprendizaje que me brinda.


miércoles, 18 de junio de 2008

ETAPA 8 - Carrión de los Condes - LEÓN


Etapa 8 – Carrión de los Condes - León – 106 km – 8 horas 5 minutos. Velocidad media 18.6 km/h.


Amanezco muy temprano en el Monasterio de San Zoilo. Son las seis y media de la mañana y veo a través de mi ventana que el cielo sobre el claustro es de un azul intenso.

El último episodio del día de ayer fue emocionante. Me encontraba subiendo fotos al álbum web, en el único sitio en el que había encontrado conexión wi-fi en el hotel. Al fondo de la cafetería bar, en el salón de fumadores. Estaba completamente solo, hasta que al rato entró un grupo de señores de alrededor de 60 años, de los que me hice la composición de lugar, que de alguna manera podían ser representantes de las fuerzas vivas del pueblo. Pidieron botellas de cava y wiskies – en un reparto a un 50% - y comenzaron la tertulia con un análisis – no excesivamente exhaustivo o intelectualizado – de la situación en el PP. El centro del debate sobre el origen del declive del Aznarismo tenía para ellos 3 posibles fuentes: La foto de las Azores (1 voto); La boda de la Hijísima (4 votos); Las piernas encima de la mesa en el rancho de Bush (2 votos). De repente, y sin solución de continuidad alguna, uno de ellos comenzó a declamar y dramatizar poemas de los Campos de Castilla de Machado, con una habilidad que yo nunca había visto antes en un acto no profesional. A continuación cada uno de ellos iba declamando su propia selección – tras hacer una breve introducción del poema y su autor. Fueron unas dos horas en las que dejé todo lo que estaba haciendo, y quedé completamente cautivado, no sólo de la belleza de las poesías, y de la maestría con la que declamaban y dramatizaban, sino sobre todo por haber tenido el privilegio de disfrutar de algo que jamás me hubiera imaginado que pudiera constituir la actividad del viernes por la noche de un grupo de señores, en Carrión de los Condes – Palencia – en el marco del Monasterio de San Zoilo. Y hay quién todavía duda de la capacidad de la vida para sorprendernos? (incluso gratamente!).

Hoy tengo por delante la etapa más larga del Camino. 110 km por andaderos la mayoría del tiempo, junto a la N120. El trayecto es prácticamente llano en su totalidad. Hago los primeros 50 km en dos horas. Debo haber adelantado a unos 200 caminantes, y a 15 ciclistas. Dos de ellos – de Guipúzcoa - iban muy bien de ritmo. Hemos pedaleado juntos durante un rato – no parecía ser gente de muchas palabras – y se han quedado descolgados en un pueblo un poco más allá.
Además de la lluvia, el único riesgo de una etapa como esta sería el viento en contra – que ya me torturó la vez anterior en esta zona. Al cabo de unos kilómetros luchando contra ese enemigo invisible, uno comienza a desear que lleguen cuestas fuertes para que hagan de parapeto, y para saber al menos a la dificultad a la que te enfrentas.

Hoy no hace viento! Y la etapa es un placer.

El cielo se mantiene con nubes y claros, aunque las temperaturas tardan en subir. Salí de Carrión con 7º, y a las once de la mañana en Sahagún, con un sol radiante, sólo ha subido a 14º. Aunque se siente un poco de fresco, las condiciones son óptimas para devorar kilómetros.

A unos dos kilómetros de entrar en el Burgo Ranero, alrededor del kilómetro 65 del día de hoy, tengo un reventón. Decido caminar un poco mientras empujo a Rita, a ver si puedo repararla en alguna sombra, dentro del pueblo. Me adelantan los dos ciclistas guipuzcoanos, y me comentan que me esperan en el pueblo por si necesitara ayuda. Comentan además que llevan intentando alcanzarme desde hace más de una hora, y que no ha habido manera. Tengo la impresión de que este punto les ha hecho un poco más “sociables”.

Rodando por esas larguísimas llanuras, en la más absoluta soledad durante horas, con una sensación de integración total con la bicicleta, con el entorno y con el propio camino, he tenido explosiones de plenitud. El silencio, roto por el sonido de la brisa, o por algún pájaro, la forma física, que va mejorando día a día, y que hace que los esfuerzos sean incluso placenteros, y la paz mental adquirida después de 7 días inmerso en esta experiencia, hacen que hayan momentos en los que se confunden interior y exterior. Momentos en los que te puedes sentir tú mismo camino. Remedo con una sonrisa el comentario de Bruce Lee en el famoso anuncio, “Be wáter my friend”, y lo transformo en “Se tu mismo el Camino”… Sólo por poder llegar a esto valdrían la pena 100 subidas a Roncesavalles desde St. Jean!!!

El problema de la rueda es peor de lo que esperaba. Alguna piedra cortante debe haber rajado la cubierta, y al cambiar la cámara y darle presión hace una bola, que al tocar con las zapatas de freno, la revienta. No tengo claro cómo solucionarlo – y me quedan más de 50 km! – cuando uno de los ciclistas guipuzcoanos se me acerca y me comenta que a él le ha pasado, y que si consigo encontrar algo sólido pero flexible, que pueda colocar entre la cámara y la cubierta, a lo mejor consigo llegar a León. El remedio parece funcionar, y salgo rápidamente hacia Mansilla de las Mulas, a 20 km para probarlo. Ellos salen más tarde y así me encontrarán por el camino en caso de que vuelva a necesitar ayuda. Quedamos a comer juntos en Mansilla.

Nunca se les ocurra hacer el Camino con un profesional. Txomin es un ciclista semiprofesional, que hace tanto montaña como carretera, y que compite casi todos los fines de semana. Mega es el amigo que “ha picado” para acompañarles a hacer el Camino de Santiago, porque es muy fácil. Sus caras cuentan el resto de la historia por sí mismas. Txomin está fresco y un poco hastiado de lo sencillo, y hasta aburrido que es todo. Mega no puede ni hablar. Quemado por el sol, con los ojos a punto de salírsele de sus órbitas. No tiene un centímetro de cuerpo que no le duela. Y lo malo que es ya no puede hacer bajar más el ritmo a Txomin. Para rematarlo, Mega viene en una bicicleta prestada, que sigue un estructurado proceso de desmontaje a lo largo del camino, y no hay día en que no se le caigan dos o tres piezas. Hoy pretenden pasar de León y llegar a Astorga. Esto son más de 160 km de una tirada. Cuando me levanto de la mesa les deseo suerte, y echo a Mega una última mirada de simpatía y solidaridad y siento que me mira ansioso, como animándome a hacer algo para liberarle de su personal martirio.

Llego a León sin más problemas – La rueda roza un poco pero en general Rita se comporta perfectamente. Vuelvo a quedarme boquiabierto – una vez más – ante la belleza impresionante de la fachada de SAN MARCOS.

…Y en unas horas llegan Esther, Alfie y Mamá, que ya están en carretera.

La experiencia del Camino mejora día a día, porque creo que el Camino me está forjando esa actitud de luchar y vencer las resistencias, mediante el fluir de los esfuerzos. Y todavía que me quedan más de 300 km de aprendizajes!

domingo, 15 de junio de 2008

ETAPA 7 - Burgos - Carrión de los Condes


Etapa 7 – Burgos – Carrión de los Condes – 93 km – 7 horas 15 minutos. Velocidad media 17.3 km/h.


Burgos nos despide con una salida de la ciudad entre parques, que culmina por el paso a través del campus universitario y las viejas murallas, buen preámbulo a una etapa larga y llana que nos introduce en la Castilla profunda.

El día amanece parcialmente despejado, pero muy frío – 10º a las 8.15 en la salida de Burgos. Me sigue sorprendiendo que capitales de provincia tan importantes no comiencen a desperezarse hasta después de las 9 de la mañana. Busco algún sitio en el que tomar un café y pronto desisto, y confío encontrar algo abierto en alguno de los pueblos de la ruta.

Pedaleo solo, igual que en la mayoría de la etapa de ayer, aunque siempre es una soledad relativa, ya que el goteo de peregrinos a lo largo del camino es una constante. Es más raro, sin embargo encontrarse con ciclista, debido al hecho de que una gran mayoría de estos deja los complicados caminos, y va por asfalto. Es algo que no concibo. Primero por lo paralizante que puede resultar ir por carreteras – nacionales o comarcales – con más o menos arcén, y con los coches pasándote a mucha velocidad y a muy poca distancia. Segundo y principal, porque cuando llevas hechos 100 kilómetros por carretera, te das cuenta de que lo único que has visto durante esas horas es una larga raya blanca. Definitivamente es más duro y exigente el camino, pero las satisfacciones a cambio de eses esfuerzo son enormes en comparación.

Café y donut en Rabé de las Calzadas, en una pequeña cafetería a pie de carretera, en la que los peregrinos se mezclan con camioneros, agricultores y hasta la pareja de la guardia civil, y continúo – aterido de frío – hacia Castrojériz de la que me separan unos 35 km.
Durante un par de horas ruedo integrado en un grupo de 10 ciclistas de Murcia, que vienen con guías y con una gran furgoneta de apoyo. Los relevos, adelantos y piques entre tantos ciclistas, hacen que el tramo sea muy ameno, pero al llegar a Castrojériz, decido acelerar y dejarlos detrás, ya que el aire a grupo de excursionistas es excesivo, y tengo la necesidad de recuperar ese ambiente de introspección del cual he disfrutado desde St. Jean.

Impacta en la aproximación a Castrojériz la clara distinción entre los estamentos medievales, y cómo se hace aparente en la propia estructura urbana. A más de un kilómetro de distancia, ya podemos distinguir claramente el castillo en lo alto del cerro, el pueblo a sus pies a la izquierda, sobre las tierras de cultivo, y la abadía y la colegiata a la derecha en una zona protegida por el farallón que se alza tras el pueblo, y rodeado de bosques. Me produce una especial fascinación el pensar en cómo sería la vida en la Edad Media de un representante de cualquiera de esos estamentos. Eran sus afanes, frustraciones y expectativas, los mismos que los nuestros? Cuántas de esas motivaciones o anhelos son inherentes a la naturaleza humana, y cuántas han evolucionado o son más propias del entorno cultural o social?

2 kilómetros de durísima subida, por una pista de tierra y piedras sueltas. Los caminantes tienen que parar cada pocos metros para coger resuello y se asombran de verme subir sin parar – primero pedaleando, y luego empujando a Rita. Un peregrino de unos 60 años, que he visto subir con una dosis de sufrimiento extra, se me acerca a ofrecerme agua, y comienza a empujar a Rita por el sillín. Tras unos 150 m. desfallece y se queda a una lado del camino, deshaciéndose en disculpas por no poder ayudarme más. Me queda todavía más de un kilómetro y la rampa se inclina cada vez más. Llego arriba con las fuerzas justas, y decido esperar al buen samaritano, mientras disfruto de unas vistas espectaculares de infinitos campos de trigo, veteados aquí y allá por algún pequeño arrollo, sobre el que se congregan glotonas algunas encinas. Llega el caminante y se bebe entre jadeos el agua que le ofrezco. Vuelvo a agradecer su (enorme!) esfuerzo espontáneo, y me repite sus sentida frustración por no haberme podido ayudar más. Se lamenta de su estado físico y del esfuerzo que el Camino le está suponiendo, pero confiesa que está siendo una experiencia que le dejará una marca en su vida para siempre. Pienso en su actitud en general, y en estos minutos que hemos compartido juntos. Me pregunto si tanto él como yo hubiéramos actuado de una forma similar si en vez de encontrarnos subiendo al Alto de Mostelares, nos hubiéramos encontrado en cualquier calle de Madrid o Barcelona. Está claro que la respuesta es negativa. Pero, entonces, la pregunta siguiente sería. Si en esencia somos capaces de tener estos comportamientos, y además nos suponen una fuente de satisfacción personal – además de hacernos a todos la vida mucho más agradable – qué factores hacen que sean reprimidos sistemática y efectivamente en nuestras vidas cotidianas?
Me propongo recordarme cada mañana, una vez llegue a casa, si cada uno de mis actos o comportamientos del día, está en línea con lo que denominaré el “Espíritu del Alto de Mostelares”. Creo que en algo tan nimio, que te ocurre en unos pocos metros de un trayecto de cientos de kilómetros, no sólo puedes sacar conclusiones de gran trascendencia, sino que puede cambiar completamente tu vida.

Avanzo unos kilómetros y coincido en el paso del Puente de Palomares, con Antonio “El Valiente” que lidera un grupo de 67 alumnos de entre 12 y 14 años de un colegio de Zaragoza, que como actividad de final de curso, harán una parte del Camino. Estoy convencido de que la experiencia será magnífica para todos, aunque no tengo claro si los verdaderos beneficios de esta vivencia se darán en plenitud en estas circunstancias de masificación. En cualquier caso, enhorabuena al colegio de Zaragoza y al valiente de Antonio, con el deseo, además de que el Camino deje en todos ellos su semilla, y lo vuelvan a disfrutar varias veces más a lo largo de sus vidas.

Itero de la Vega es un pueblo de los que encontramos cientos a lo largo del Camino. Un pequeño conjunto de casas alrededor de una pequeña plaza, y con una calle mayor que nos guía hasta ella, y luego nos saca del pueblo. En la mayoría de los casos, no son más que un accidente topográfico en la jornada. Entro en Itero con una cautelosa velocidad – nunca sabes de dónde te puede salir un perro o un tractor – y al doblar una esquina (probablemente “la” esquina) me encuentro de frente con una procesión por San Antonio, patrón del pueblo. El cuadro, almodovariano en su costumbrismo extremo, rayando en una cariñosa deformidad, me impacta, y tengo que hacer un esfuerzo para reaccionar y quitarme de en medio de la calle. Estandarte, Cruz, Santo, Tambor y Dulzaina, seguidos de los 25 vecinos del pueblo endomingados y orgullosos, me rodean y me pasan. Es grotesco o sublime? Ridículo y fascinante? Surrealista pero emocionante?
Creo que es simplemente otro de esos momentos de privilegio que te brinda el Camino. Tus asunciones y convicciones se tambalean y te obligas a replantearte las líneas vitales que tú creías tan claramente definidas.

El sol brilla casi todo el día, y los caminos están bastante limpios de barro. Estoy haciendo unas velocidades medias muy altas en comparación con los días anteriores, y esto me hace llegar a Fròmista una hora y media antes de lo que yo había previsto. Es la hora de comer, y busco algún sitio con sabor local. En el albergue me indican que vaya a la fonda de la plaza.
Doña Fina regenta la fonda en lo que era su casa. En la planta baja, ha acomodado 6 mesas y una tele colgada del techo en su antiguo salón, al que se accede por un largo pasillo, al fondo del cual, se vislumbra la cocina, atendida por su hermana. Doña Fina levanta poco del suelo, y uno se pregunta cómo con su evidente sobrepeso puede recorrer incansable ese pasillo cargada de platos de raciones generosas. Tiene el carácter recio y seco de la mujer castellana a la que la vida a obligado a batallar. Se le ve, sin embargo, encantada sintiéndose un poco madre de todos los que estamos allí comiendo. Abronca a unos campesinos del pueblo por no terminarse el plato de lentejas. Se preocupa porque el guarda forestal del ICONA que come solo al fondo, lleva días comiendo poca fruta y verdura. Intenta entenderse con dos alemanas mayores – que luego me cuentan que están de huéspedes en la casa – para explicarles las opciones del menú del día. El problema es que su concepto de hablar idiomas es hablar más despacio y mucho más alto, lo cual no consigue sino confundir a las pobres alemanas que no entienden por qué esta señora se enfada tanto con ellas.
Al rato todos nos hablamos de unas mesas a otras, comentamos el programa de Arguiñano que dan por televisión en ese momento, y al poco me despido del grupo y de Doña Fina con la afección que sólo dan las relaciones humanas intensas.

23 kilómetros más de andadero llano junto a la carretera N-120, y al cabo de hora y media entro en Carrión de los Condes, que cruzo rápidamente para llegar a mi destino, el Monasterio de San Zoilo – uno de mis hoteles favoritos en España… Los detalles mañana…

Notas del cuaderno de campo del peregrino.

Me preguntan estos días que significa el grito de ULTREIA que incluyo al final de las entradas de algunos días. Adjunto un extracto de su significado que he encontrado en la WIKIPEDIA.es.

Ultreia (del latín ultra -más allá- y eia -interjección para mover-) es un saludo entre peregrinos del Camino de Santiago. También sirve para animarse unos a otros en sus jornadas a pie (o en caballo o bicicleta) por los Caminos a Santiago. Viene a significar "Vamos más allá", "Vaya adelante", "Date prisa, sigue adelante" (hacia Santiago de Compostela).
Este saludo jacobeo se tomó del
Codex Calixtinus. En él aparece la frase "Ultre ia Et Sus eia! Deus adjuva nos!" ("¡Vamos más allá y vamos más arriba! ¡Dios ayúdanos!").
Parece ser que antiguamente los peregrinos se saludaban diciendo "Ultreia, suseia, Santiago" ("Ánimo, que más allá, más arriba, está Santiago"). También se ha sugerido que cuando un peregrino saludaba a otro diciéndole "Ultreia" ("Vamos más allá") el otro le respondía con "Et suseia" ("Y vamos más arriba").

viernes, 13 de junio de 2008

ETAPA 6 - Santo Domingo - BURGOS



Etapa 6 – Santo Domingo de la Calzada - BURGOS – 86 km – 8 horas 50 minutos. Velocidad media 14.4 km/h.

Al esfuerzo extra de las jornadas de barro, hay que añadir el trabajo extra a la llegada al destino, de lavar bien a Rita y engrasarla. Ayer además tocaba revisarle el freno trasero, hacerle una sincronización a los cambios, y alinear la llanta. Todos ellos temas menores, absolutamente normales si tenemos en cuenta todos los golpes y agresiones diversas que recibe a lo largo de todos estos kilómetros por caminos.
Había visto un lavadero a la entrada de Santo Domingo, y tras preguntar en el Parador por algún taller de bicicletas. Las gestiones diversas me llevan más de dos horas y media – incluido el convencer al mecánico de que no es capricho que me atienda ahora y no mañana por la tarde. Será que nunca atienden a peregrinos? O es una táctica comercial para cargar más por el mismo trabajo?

Como justo colofón a un día muy completo, decido quedarme a disfrutar de la alta cocina riojana en el restaurante del Parador de Santo Domingo. Mientras ceno, y tomo notas, me llega un mensaje de Josep y Oriol. Acaban de llegar a Burgos y están muy contentos por la mejoría de los caminos a partir de aquí. BIEN!

Es miércoles por la noche, y el restaurante abre a las 08.30. Me han dicho que no hace falta hacer reserva, pero cuando llego a las 20.36 (¡!) ya sólo queda una mesa libre. De 14 mesas, una la ocupan 10 japoneses que coherentes con el tópico le hacen fotos hasta al agua con gas. Hay 5 mesas de alemanes; 3 mesas de franceses; 2 mesas de españoles – contándome a mi; 1 con 3 moteros mejicanos; 1 con una familia perfecta americana tipo “Las Correcciones”; y finalmente una pareja joven de holandeses. Desde luego, Paradores es una de las marcas con más prestigio e identificación con el producto España que hay en el mundo.

A primera hora de la mañana coincido con los japoneses en el desayuno, y tengo que apartar de un empellón al fotógrafo patológico para que me permita acceder al buffet, y de paso consigo interrumpir un delirante impulso para la inmortalización digital de un plato de plátanos (¡!)
Poco podría imaginarme a primera hora de la mañana de lo que me traería el día. Las subidas a los Montes de Oca y a Atapuerca, me intimidaban, y a pesar del mensaje tranquilizador de Josep y Oriol, no estaba seguro del estado real de los caminos.

Pronto dejo la comunidad de La Rioja, y en Redecilla del Camino, entro en Castilla-León. En el centro de información turística coincido con un matrimonio italiano que hace el camino en bicicleta – aunque sólo por asfalto. Van perfectamente equipados con cada detalle perfectamente conjuntado. Bordean en cada elemento de su atuendo la fina línea entre lo cool y lo simplemente ridículo, que los italianos llevan magistralmente, y que además consiguen exportar al resto del mundo como un epítome del llamado “estilo/diseño” italiano. Tienen más de 65 años, y se han jubilado recientemente, esta es la inauguración de su nueva vida, y están encantados. Ya llevan una semana en carretera, y están completamente enamorados de España. Me dicen una palabra en español y cinco en italiano, pero aún así parecen estar orgullosísimos de su dominio de nuestro idioma… Bueno, para ser justos, creo que a nosotros nos pasa lo mismo cuando nos “soltamos” a hablar en nuestro italiano de clara inspiración Ramazzoti.

Comienza la subida a los Montes de Oca – y pronto soy consciente de que este pasa a ser uno de los momentos especiales de todo el Camino. Una subida por pistas forestales a más de 1200 metros, para luego continuar por los dorsales de los montes, hasta la bajada en dos tiempos a San Juan de Ortega. Esta reserva natural en las estribaciones del Sistema Ibérico, alberga una de las concentraciones más importantes de fauna ibérica de toda la península. Lobos, osos, jabalíes, corzos, ginetas, nutrias… Y la protección de este espacio es una de las prioridades del gobierno de la comunidad.

Los caminos están perfectos. Y además ha salido tímidamente el sol. La subida es dura pero me siento en la gloria. Hago repaso de todos los mensajes del día. Acabo de abrir el correo, y desde anoche he recibido más de 20 emails (o su equivalente espontáneo de notas en el “muro” de Facebook). No me había dado cuenta todavía, pero uno de los cambios significativos desde que he terminado en lastminute.com, es que ahora me encanta recibir mensajes, y los leo con ilusión, y – en general – son buenas noticias de buenos amigos. Me preguntan desde Nueva York por Esther, y se congratulan de nuestro enamoramiento. Me inquieren por nuestro secreto y no se qué responder. Aparte de que Esther sea tan especial, y de que siempre hayamos tratado de fundamentar toda nuestra relación – y amor como consecuencia? – en enormes dosis de admiración y respeto, no encuentro más elementos que compartir como una fórmula infalible. Creo que además ambos tenemos claro que la relación se trabaja cada día todo el día. Y aún así, todo ello no te garantiza librarte de algún sobresalto serio.

Estoy enamorado… Tanto o más que al principio, y además con más calidad – la que da la acumulación de buenos y no tan buenos momentos de todos estos años (ahora mismo 19!). Tengo claro que Esther y yo juntos no sumamos. Nosotros nos multiplicamos en la óptima complementariedad de nuestras personalidades, capacidades, ilusiones… Estoy enamorado hasta el punto de sentirla en la letra de cada canción – la actual selección en el iPod que llevo al Camino es bastante delatora.

Estar enamorado, es verla hasta en los grafitis de la calle… Hoy he apoyado a Rita cerca de la entrada de un instituto mientras me iba a tomar un cortado (he decidido tomarme uno cada 20 km más o menos). Las columnas de la entrada – de caliza blanca – estaban llenas de grafitis de todo tipo. Uno de ellos me atrapó… “CLARA. Eres un escándalo”. Es sencillamente sublime, y espero que clara sea capaz de apreciar en el autor de este piropo su talento, y se lo recompense. Inmediatamente pongo a Esther un mensaje, en el que cambio Clara por Esther. Luego lo comentamos por teléfono, y este piropo entra directamente en el puesto número dos de su ranking de requiebros (La posición número uno la tiene bloqueada de forma casi incontestable, cuando le preguntaron en Córdoba hace unos años que si era bailaora, ya que se la veía “mu estilizá”). Esther eres un escándalo (puñetera?).

Mientras asciendo voy adelantando caminantes. Procuro ponerme detrás de ellos, y adaptar mi ritmo, hasta que encuentro un hueco holgado para pasar. No concibo interrumpir su ritmo o su concentración. Tengo delante a un grupo de 9 señoras de entre 50 y 60 años. Españolas. Llevo más de 5 minutos detrás de la última haciendo verdaderos equilibrios para mantener la bici casi sin arrancada. Pienso en la dificultad que tendrá irlas pasando una a una por el mismo procedimiento. Para complicarlo todo más todavía, la fila está muy estirada. De repente la última advierte mi presencia. Se para y me mira – le sonrío. Y parece que le caigo bien. Le deseo un buen Camino, y cuando paso a su altura grita al grupo: “Chicas! Dejad pasar a un ciclista guapísimo!”. Creo que ya se lo que debió sentir Moisés cuando abrió el Mar Rojo… Y desde luego, con mucho más morbo que el tan cacareado pasillo del Barça al Madrid. Pasé entre vítores y silbidos, y el subidón me dio para llegar arriba de un tirón. Me volvieron a alcanzar en uno de los miradores, y me comentaron que eran un grupo de profesoras de la Universidad de Logroño, que aprovechaban el puente de San Bernabé para hacer unas cuentas etapas, y que en Septiembre harían las que le faltaran hasta completar el Camino. Me despido con 18 besos – espero no oler muy mal para no decepcionarlas.

En San Juan de Ortega paro a comer algo rápido. En la cafetería delante del albergue hay una concentración de caminantes de paso. Aquí encuentro a otros dos personajes especiales. Españoles. De edades indefinidas, pero desde luego por encima de los 60 años, uno lleva un remolque que lleva arrastrando – como las camillas en las estaciones de esquí, pero con una rueda. El otro lleva una bicicleta plegable, como las que encontramos en los puertos deportivos o en las grandes ciudades. No me puedo imaginar cómo pueden caminar arrastrando/cargando con esos dos artefactos. Y está claro que con los perfiles, y el estado de los caminos, usarlos sería más una tortura que una ayuda. Oigo al de la bici plegable explicar que tiene un poco de artrosis de rodilla y que la bici es una ayuda para cuando la rodilla no le deja caminar. Estoy tentado a esperar a que se pongan en marcha y acompañarlos un trecho para ver cómo diablo consiguen moverse. Cuando veo el festín de almuerzo que han pedido, decido seguir. Queda la subida a Atapuerca, y no quiero llegar tarde a Burgos, ya que hoy tengo que volver a buscar en donde lavar a Rita (luego descubriré que la sensación de rueda trasera frenada es que tiene un radio roto que tengo que buscar quién me cambie urgentemente).

Otro de los mensajes del día me ha llegado de Alfie. Se ha leído las primeras entradas del blog y me da ánimos para seguir pasándomelo bien por “allá arriba” (no se si esto es una irónica referencia al misticismo, o una simple interpretación geográfica). Estos días he pensado mucho en él, y tengo muchas notas en la libreta de campo del peregrino, que convertiré en un apéndice de alguna de las entradas de los próximos días.

Atapuerca, cuna de nuestros ancestros, ofrece otra oportunidad de aprendizaje única. Mientras la subida a los Montes de Oca, era dura, pero variada y exuberante, esta es más corta, pero mucho más técnica. Es una montaña de piedra viva, se nos ofrece desnuda, pero con una belleza limpia y sencilla. La cruz que corona el monte principal me sirve de guía, y confieso que cuando apoyo a Rita contra su base de piedra, algo me sobrecoge, y siento cómo se me eriza toda la espalda.

Burgos tiene una entrada espantosa a través de interminables y caóticos polígonos industriales… Pero al llegar al centro, y enfocar la Catedral, el peregrino se siente transportado, elevado, hipnotizado. Cuánta belleza. Las torres historiadas se recortan gallardas sobre un cielo azul intenso. El peregrino casi lo puede tocar con la punta de sus dedos.
Ha sido una etapa maravillosa y edificante… no exenta de algunos problemas, pero con la actitud correcta y en perfecta sintonía con el espíritu del Camino.

Para redondear el día, Esther me hace tres regalos fantásticos.

Dos citas de “Ofrendas”:

* “Nuestro corazón puede fortificarse en el lugar de la rotura”
* “Cada acontecimiento, cada situación en la que te encuentres, siempre tiene un valor positivo.


Incluso los dramas. Incluso las tragedias. Incluso el rayo en un cielo sereno.
…Y la promesa de que en el 2010 – Año Jacobeo – haremos el camino completo los dos juntos y caminando! Ya estoy comenzando a planificarlo mentalmente!!!

ULTREIA!

jueves, 12 de junio de 2008

ETAPA 5 - Logroño - SANTO DOMINGO del la CALZADA


Etapa 5 – Logroño – Santo Domingo de la Calzada – 58 km – 6 horas 10 minutos. Velocidad media 13.2 km/h.


Es fiesta en Logroño, y en esta mañana gris y lluviosa, busco la salida de una ciudad adormilada tras una noche de celebraciones y honores al patrón. Tanto la entrada como la salida de Logroño por el Camino son excelentes, algo de lo que podrían tomar buena nota otras ciudades emblemáticas que tanto deben al Camino de Santiago, y al flujo de visitantes que éste les proporciona.

Las analogías entre el Camino y la vida, son continuas, siempre que el peregrino tenga la sintonía correcta. Hoy veo con claridad que hay etapas – o episodios vitales – en las que todo parece bajo control, y en las que es difícil anticipar cualquier dificultad, y es entonces cuando un problema imprevisto, te lo pone todo cuesta arriba, y la frustración hace que no seamos capaces de cambiar nuestra actitud con la prontitud necesaria, y como consecuencia, terminamos teniendo una pésima experiencia, con un gran derroche de energía, y muy poco que aprender. La etapa de hoy ha tenido mucho de esto. Fundamentalmente llana, con caminos limpios y abiertos entre trigales, y no demasiado larga, debiera haber sido un preámbulo a las etapas de los días venideros, que comenzarán a superar los 80 km. Diarios. Sin embargo, la lluvia casi continua – durante más de cinco horas – y el barro por todas partes, han contribuido a un día durísimo y que me ha dejado con la moral tocada.

Ya me he levantado un poco ”tocado”. Cargar las alforjas y preparar a Rita me ha costado casi una hora. Cada esfuerzo me consumía todas las fuerzas, y he tenido que sentarme unas cuantas veces antes de poder continuar. Poco a poco he ido calentando, y al final he conseguido arrancar con un buen nivel de energía – aunque sin poder desayunar porque no había nada abierto.
Llueve…

Para aquellos que pudieran pensar que este blog está sobre edulcorado, a límite del empalague, he de confesar que hoy me he cagado en el Camino, en la lluvia, en el barro, y en quién diablos me ha hecho meterme en esta historia. Les aseguro que empujar una bici que se hunde en el barro durante kilómetros, bajo una lluvia cerrada es suficiente para poner a prueba la templanza más robusta… Y como cuando uno entra en la espiral de energías negativas, ya no hay maldición que no nos persiga, he pinchado la rueda trasera justo entre dos pueblos y en una zona en la que no hay ni un árbol bajo el que guarecerse (hay que observar que el cambio de la rueda trasera implica desmontar todas las alforjas).

El paso a través del parque de la GRAJERA es un lujazo. Parece la única zona de Logroño que está plenamente despierta. Ciclistas, corredores, caminantes y pescadores se mezclan con la riada de peregrinos que continúa su marcha ciega – impelidos por no se qué fuerza superior – hacia Santiago. Pronto avisto el pueblo de Navarrete, en donde espero poder desayunar, ya que llevaré 15 km en las piernas y necesitaré una recarga de energía.

El cielo sigue completamente cerrado, pero parece que la lluvia afloja un poco…

En la distancia veo dos chicas (¿?) muy grandes con uniforme de colegialas. Me llaman la atención varias cosas. Su tamaño. Parecen muy abundantes para la edad que debieran tener. Además caminan dando unos extraños tumbos, como si estuvieran agotadas, o tuvieran problemas de equilibrio. Cuando me acerco, veo que son dos escoceses con sus kilts. Les paso dando un “long life to Scotland” que les debe llegar al alma, y se cuadran para saludarme. Media hora más tarde entran en la cafetería en la que estoy desayunando. Piden dos cervezas para cada uno. Son las nueve de la mañana. Peter and John vienen de Glasgow, y llevan una semana caminando, usando por todo combustible esta cerveza española tan fría, que es lo único que les ayuda a sobrellevar este insoportable calor tropical (sic.). En fin, está claro que hay tantos caminos como caminantes, y que tanto las motivaciones como las técnicas de avance son muy personales.

A unos 3 kilómetros de Nájera, y cuando más concentrado voy para tratar de mantener algo de velocidad bajo una cortina de lluvia cerrada, dos enormes perros me cierran el paso. Están sueltos y tienen una postura agresiva. No paran de ladrar mientras se acercan despacio. Me quedo clavado mientras dejo que me huelan. De repente comienzan a mover el rabo, y soy consciente de que me han aceptado. Unos minutos más tarde chapoteamos los tres en el barrizal. Decido llamarlos Sandor y Marai (tras descartar la segunda opción que era Pasión y Gavilanes!). Mientras los acaricio me doy cuenta de lo flacos que están y considero que deben tener hambre. En un momento se han zampado mis 10 barritas de cereales que tenían que durarme hasta Burgos! Me vuelvo a poner en marcha, y Sandor y Marai me siguen trotando juguetones junto a Rita durante unos diez minutos. Han sido parte sin duda del momento mágico del día.

Llueve…

Pedaleo solo. Pero me siento muy acompañado. Este blog se ha convertido en una y mil conversaciones que fluyen simultáneamente desde Canarias, a Nueva York, Londres, Milán, Barcelona, Mallorca, Madrid, Buenos Aires… Me animan, me comentan, me sugieren, me reconfortan. Siento que en este momento esté representando a muchos caminantes, a los afanes, las expectativas, las frustraciones, las esperanzas de ese montón de gente que se ha enganchado a esta “Reinvención del Camino”.

Llueve...

Paso por Nájera, pero Nájera no consigue pasar por mí. Caótica bajo la lluvia, siento muy poca hospitalidad, y aunque podría ser una oportunidad de guarecerse, decido seguir adelante. Creo que de todas formas de mojado ya no paso. Me quedan 25 kilómetros a Santo Domingo y a lo lejos, hacia el Oeste, se alcanzan a ver nubes más altas y blancas, que podrían ser el anticipo de algún claro.

A dos kilómetros de Santo Domingo me alcanzan dos ciclistas. Son de Valladolid y van completamente descargados – qué envidia – ya que sus mujeres van en coche como apoyo. A partir del Lunes que viene haré las etapas yo también con la bici completamente descargada! Bueno, creo que tendré que ir apretando el freno todo el tiempo para no salirme, después de haber hecho más de 400 kilómetros empujando 25 kilos! Rita, prepárate para una cura de adelgazamiento acelerada!

Tengo muchas preguntas a las que dar respuesta en estos días. Y algunas comienzan a tomar forma. La cuestión más común por parte de propios y extraños a lo largo de los dos últimos meses ha sido. “…Y qué vas a hacer ahora?”. Lo curioso es que cuando respondo que no tengo ni idea, nadie parece creerme, y deben pensar que estoy a punto de fichar por algún gran proyecto en el sector turístico, y que simplemente no quiero hablar del tema.
La realidad es que creo que tengo una oportunidad única de hacer un ejercicio de coherencia total y holística en mi vida. Por primera vez tengo un grado de libertad, de ilusión, de enamoramiento y generosidad recíproca con Esther, que me va a permitir poner en un perfecto orden todos mis proyectos personales, familiares, sociales y profesionales. Y lo voy a hacer. El enorme esfuerzo personal y profesional de los últimos años nos han permitido a Esther, a Alfie y a mi, tener cubiertas una serie de necesidades, y poco a poco construir una infraestructura que nos permite vivir la vida que queremos. Ahora no tenemos presiones financieras y necesitamos muy poco… Y si en algún momento tuviéramos alguna presión, el truco sería simplemente necesitar todavía menos!
No descarto trabajar como directivo en un gran proyecto, pero hay tres precondiciones indispensables antes de hablar de cualquier otro aspecto: Tiene que ser una empresa con una decidida orientación al desarrollo de sus personas (y no el brindis al sol del 99.9% de las empresas). Tiene que tener una clara y decidida orientación a la innovación, no sólo en relación con el negocio, sino con su propia cultura. Y finalmente tiene que tener un marcado espíritu y compromiso de responsabilidad social.
Soy perfectamente consciente que esto deja mi mercado potencial en un mero puñado de empresas en todo el mundo. Y no me importa. Me niego a entregar tiempo y energía en posiciones de liderazgo a proyectos que simplemente busquen el crecimiento especulativo, a falta de modelos de éxito más acordes con las necesidades humanas actuales.
Y todo esto me deja en principio dos alternativas que son sobre las que medito en estos momentos. Crear mis propios proyectos, en los que los valores mencionados tengan un lugar preferente, no sólo en el estilo de dirección, sino incluso en el propio plan de negocio. O cambiar por completo de tercio, y dedicarme a la enseñanza, la escritura, el estudio, o la vida de pantalán, hasta que Esther se anime a retirarse, y nos vayamos a recorrer el mundo con Ritas, Folías, Puris, y quién sabe cuántas compañías más.

Mañana tengo previsto llegar a Burgos. Dos pasos de montaña animarán una jornada que será superior a los 75 kilómetros… Espero que no llueva (mucho…)

martes, 10 de junio de 2008

ETAPA 4 - Estella/Lizarra - LOGROÑO


Etapa 4 – Estella/Lizarra – LOGROÑO – 60 km – 5 horas 30 minutos. Velocidad media 14.3 km/h.


Llego a Logroño a las dos y media de la tarde. A pesar del barro – y de haberme perdido dos veces en la salida de Estella, ha sido una etapa bastante rápida. Y a pesar de haber sido el primer día en el que pedaleo solo toda la etapa, ha tenido un contenido social bastante alto. Las anunciadas lluvias me han respetado, y el gran aguacero a esperado a caer cuando ya me encontraba en el hotel. Y encima llego a un Logroño – maravillosa y atractiva capital de LA RIOJA – en fiestas celebrando el día de su Patrón San Bernabé. La cuidad está llena de performances callejeros que rememoran la resistencia de la ciudad a los ejércitos franceses en el año 1.521.

Todavía no había salido de Estella, y ya llevaba más de 7 kilómetros en las piernas. El desarrollo de varias urbanizaciones de adosados – qué plaga! – en los aledaños del Camino, hacen que seguir la ruta original sea poco menos que imposible. Para liarlo más todavía, la autopista que cruza sinuosa el fondo del valle, nos obliga a pasar por debajo de ella varias veces en menos de dos kilómetros. Cuando la moral comenzaba a mermar, me encuentro con Jokin. Este navarro retirado, que sale cada día a caminar con su precioso perro pastor, me comenta que su mayor satisfacción es la de cambiar impresiones con los peregrinos y ayudarles a encontrar la salida de Estella. Adapto mi ritmo a su paso, mientras su perro salta alrededor de Rita. Al cabo de media hora nos despedimos con un fuerte abrazo, como viejos amigos… Estos son los momentos mágicos del Camino que no tienen precio.

Paso por la famosa Fuente del Vino en las bodegas de Iratxe, en donde un grupo de alemanes riegan un desayuno de pan negro y queso con ese caldo abundante que les mana de la pared.
Al llegar a Azqueta un sobresalto. Una ambulancia del SAMUR se lleva a una peregrina que ha sufrido un colapso. Probablemente debido al agotamiento. Los caminantes con los que me cruzo hoy llevan ya una semana en ruta, y en sus caras comienzan a verse las marcas de los kilómetros acumulados.

El Camino va rodeando viñedos, y los barrizales, torrenteras y escurrentías se suceden. Justo antes de Villamayor, Rita y yo nos quedamos completamente atrapados en un barro arcilloso que parece querer engullirnos. Las pelotas de barro acumuladas en llantas, frenos, pedales, radios y alforjas me impiden conseguir moverla por mucha fuerza que haga. No me queda más remedio que arrodillarme en pleno barrizal y comenzar a quitar todo el barro con las manos. Al cabo de quince minutos consigo que la bici se mueva y reanudamos la marcha. No hay un centímetro de mi cuerpo que no esté lleno de barro, y además cuando acelero, miles de bolitas de rojizas que salen disparadas de los tacos de las ruedas completan el cuadro con una detallada y cuidadosa técnica de puntillismo.

Aparte del fenómeno inmobiliario, del cual ni siquiera el Camino se ha librado, hay otro elemento que ha cambiado significativamente en estos diez años. A la diversidad de pueblos y culturas españoles, se une ahora de forma intensa la cara de la inmigración, que era un fenómeno casi limitado a las grandes urbes hace nueve años. En Puente de la Reina todo el personal del Albergue era ucraniano. En Estella, me atendían un ruso y una peruana en el restaurante, y una colombiana en el hotel. Las obras de recuperación y adoquinado del centro histórico de Estella las ejecutaba una cuadrilla de ecuatorianos. En el bar en Logroño me han atendido una cubana y un marroquí. Cuántas historias complejas – humanas – detrás de todos esos rostros de la necesidad. Historias de separación y superación. Historias de integración, de lejanías y proximidades, de promesas de bienestar, de frustraciones. Historias de amor, local y en la distancia. Tomo nota en mi libreta de campo para tratar de ahondar sobre este tema y escribir una historia que sirva de homenaje a todas esas historias que componen hoy cada vez más, una faceta de nuestro bienestar, que no siempre apreciamos y reconocemos.

En Los Arcos, paro a tomarme un café en la plaza de los Fueros, y allí, entre más de una decena de peregrinos que hacen un alto en la etapa, conozco a Brian y a Misha, londinense y berlinés, 64 y 32 años respectivamente. Hace dos días que caminan juntos – Misha hace el camino por segunda vez – y buscan oportunidades para buscar algún tipo de forma de vida en alguna parte del Camino y quedarse a vivir en España. Me confiesan que así pasan lo kilómetros, especulando con oportunidades de negocio y los costes de inversión que les implicaría. Tomo nota para en una entrada posterior de este blog hacer algunas reflexiones sobre las motivaciones de los peregrinos.

El paisaje cada vez más mediterráneo, pasa de los hayedos a los viñedos, los campos de cereales, en incluso algún olivar. El barro va disminuyendo y llego a Viana en donde un paisano, que regenta un negocio de tractores y maquinaria agrícola al ver mi estado – y el de Rita – me indica la manguera que tiene enchufada a la salida del local. Nos viene como caído del cielo. No paro de agradecerle el gesto, mientras pienso en la pinta que debo llevar para generar una oferta tan espontánea!

Continuamos en ruta completamente limpios y frescos. Rita ha dejado de hacer todos esos ruidos tipo molinillo de café. A unos 4 kilómetros para entrar en Logroño, paso ante la casa de Doña Felisa, y tal y como hice en el año 99, me paro a saludarla y a que me selle la credencial. Tras unos minutos de conversación la supuesta Dña. Felisa me saca de mi error y me dice ser Felisita, la hija de Dña. Felisa, ya que esta falleció en el año 2002. Me siento a charlar con ella y me confiesa que ella siempre le decía a su madre que no entendía eso de dar consuelo a los peregrinos, y que ella a menos que fuera por un sueldo, nunca lo haría.
La magia del Camino me da la oportunidad de compartir con ella algunas almendras y confidencias -entre las que me confiesa que a la muerte de su madre se planteó que a ella le hubiera gustado que ella siguiera su labor de dar un poquito de amor a cada peregrino. Y aquí lleva 6 años ya -mientras Lolita su podenca de ojos de color miel hace cabriolas para que la siga acariciando.

El momento más entrañable del día ocurre a continuación, cuando me pregunta si he visto a muchos peregrinos cerca. Le respondo que a unos 30 que pasarán por allí dentro de la próxima hora. Entonces me dice que pensaba irse a comer algo, pero que se queda para poder reconfortarlos a todos. Decido hacerle compañía un rato. No han pasado cinco minutos y llega un caminante italiano que se acerca a nosotros. Felisita le pregunta en su castellano entre dientes que se quiere que le selle la credencial. El italiano confundido le responde “Come?. Come?”… A lo que Felisita tercia. “No, si ya me iba a comer, pero me quedo a esperar por el grupo de peregrinos que se acerca…” A duras penas me trago la carcajada lo que parece excitar todavía más a Lolita que me cubre de lametazos mientras caracolea coqueta a mi alrededor.

Las calles adoquinadas de Logroño son la alfombra roja de una hospitalaria recepción.
Me siento afortunado. Me siento feliz… Y enamorado.
ULTREIA!!!

Nota de la libreta de campo:
Estoy abrumado y conmovido por todos los mensajes que he recibido de todos es@s amig@s que encuentran que este blog les inspira, les da ilusión y esperanza. Me preocupa un poco más que haga llorar… Y me halaga profundamente que mis lectoras me identifiquen con una sensibilidad muy femenina. Nunca pensé que ese pudiera ser un cumplido tan profundo y que pudiera halagarme tanto. Un millón de gracias a tod@s porque desde ahí me estáis dando mucha energía y estáis contribuyendo a que esta experiencia sea todavía más rica.
1000 besos y una gran sonrisa peregrina!

ETAPA 3 - Puente de la Reina - ESTELLA/Lizarra


Etapa 3 – Puente de la Reina – Estella/Lizarra – 27 km – 3 horas 30 minutos. Velocidad media 7.8 km/h.


Josep y Oriol tienen más presión de kilómetros, ya que tienen que llegar a Logroño el lunes por la noche para que se les una un tercer amigo que terminará el Camino con ellos. Salen a las 7 de la mañana. Yo decido salir a las ocho, y llegar sólo hasta Estella. No tengo interés en ir más rápido en estos momentos, ya que no me puedo pasar de León el sábado por la noche, punto en el que me alcanzarán Esther, Alfie y Mamá.

El día amanece muy cubierto confirmando el anuncio de lluvias en la zona. Cruzo el puente medieval y me pongo en camino. Me encuentro un poco frío pero fuerte. Muy pronto me encuentro con el primer obstáculo que pone a prueba mi resistencia. Una avalancha de barro endurecido como una roca, cubre un tramo de camino de unos dos kilómetros. Es una zona con fuertes rampas de subida, y empujar la bici por esa alfombra tortuosa, llena de surcos y de profundas roderas de tractor, es una tarea penosa. Hay momentos en el que me adelantan los caminantes, cuando Rita se me atasca en algún agujero.

Rita, la bici, es una veterana en estas lides. Ya compartimos la primera aventura del Camino en el año 99 por el Camino Aragonés. La Semana Santa del 2001 hicimos el tramo del Camino Navarro, incluida la subida de St. Jean a Roncesvalles, en la que tuvimos que negociar con mucha nieve en el Alto de Benartea. Posteriormente hicimos juntos gran parte de la Vía de la Plata, y la Ruta del Císter. Rita tiene ya diez años y no ha perdido un ápice de fogosidad y apetito para devorar kilómetros. Es una Schwimm Moab de 14 kilos de peso, que ahora carga 3 alforjas que la hacen arrastrar unos 26 kilos en total. A pesar de este lastre, el comportamiento está siendo extraordinario. Sólo en las subidas trialeras se complica un poco y es aquí en donde se notan esos kilos de más.

Al cabo de una hora y media doy alcance a un ciclista solitario. Ubo, bilbaíno, arrancó ayer en Roncesvalles, y salió a la misma hora que yo de Puente de la Reina esta mañana. Está amargado con el barro, que no le deja avanzar. Hablamos sobre todo de lluvia y barro – veo que el tema nos llega a obsesionar a todos! – mientras vamos dejando atrás a Cirauqui, Lorca y nos separamos en Villatuerta, en donde yo he pinchado. Me quedan sólo cinco kilómetros para Estella.

Villatuerta parece un pueblo abandonado. Cambio la rueda completamente solo en la plaza de la iglesia. Tengo que desmontar todas las alforjas y me lo tomo con toda la calma del mundo. Noto que tras menos de 72 horas ya estoy sumergido en un nuevo ritmo vital. El tiempo tiene un valor más relativo. Hago menos cosas para las cuales me tomo mucho más tiempo – y calma! – y sin embargo tengo una sensación de intensidad en cada momento, en cada minuto, como no tenía desde hacía mucho tiempo.

El sol sale tímidamente y me siento en la fuente a disfrutar del silencio. Ya arreglaré la rueda luego.

Juego con la idea de una sociedad que demandara a sus gobernantes un nivel más alto de bienestar, que incluyera el índice de felicidad de los ciudadanos. En ese contexto se tendrían que incluir medidas como que la Seguridad Social soportara un período sabático de 3 meses por cada 3 años trabajados a todos los ciudadanos. Para que con ese tiempo hagan lo que les de la real gana. Estudiar guitarra, viajar a Malasia o aprender Swajili… La gente podría acumular los períodos sabáticos y por ejemplo, tomarse un año completo por doce trabajados. Los beneficios personales y sociales serían extraordinarios y estoy convencido de que compensarían con creces el coste de la medida.
En la misma línea se me ocurría que hacer el Camino – o similar – podría ser una excelente actividad educativa para que los jóvenes tuvieran una experiencia de superación, aprecio de la diversidad, de cultura, arte, historia, gastronomía. Una inmersión en sociabilidad y cooperación en un entorno natural y exigente. Estoy convencido que sería un mes que no olvidarían en su vida, y de cuyos aprendizajes se beneficiaría toda la sociedad.

Salgo de mi estado de ensoñación y me vuelvo a poner en marcha. Al poco rato, cruzo el río Ega y entro en Estella/Lizarra. Una nueva etapa que se cierra y que vuelve a dejar una impronta única en ese proceso de reinvención en el que me encuentro.

Me siento afortunado… Y feliz… Y fuerte, consciente de mis fuerzas y mi capacidad de superación… Me siento enamorado, de Esther, de Alfie, de tanta gente… De la vida. Y tengo ese convencimiento profundo de que se está forjando un proyecto vital sólido y profundo, que va tomando forma poco a poco.

Gracias Camino! Gracias Santiago! ULTREIA!!!

lunes, 9 de junio de 2008

ETAPA 2 - RONCESVALLES - Puente de la REINA


4 – Etapa 2 – Roncesvalles – Puente de la Reina – 90 km – 8 horas 30 minutos. Velocidad media 10.6 km/h.


A las siete y media en punto me encuentro con Oriol y Josep. Las bicis cargadas y listas, parecen pedir que les empecemos a dar kilómetros. El día amanece bastante claro, aunque ya hace mucho viento de norte que viene cargado de nubes del otro lado del puerto. A ver si hay suerte y hoy no nos llueve (mucho).

Hacemos el tramo Roncesvalles/Zubiri (18 kilómetros) por carretera, y a pesar del paso por los altos de MEZKIRITZ y del ERRO, disfrutamos de hacer medias cercanas a los 20 kilómetros por hora. Hay que tener en cuenta que un cicloturista o cualquiera que salga a dar una vuelta un fin de semana, puede hacer medias de entre 20 y 25 kms/hora por carretera. Por caminos de caminantes la media se reduce a unos 10 kilómetros por hora. Es decir, una etapa de 90 kms implica unas nueve horas pedaleando – o empujando la bici por alguna rampa imposible, o por el próximo charco de barro. Para hacer un cálculo del total de la etapa hay que añadir las paradas – en la mayoría de los pueblos – para descansar, cargar agua o ver algún monumento de los miles que jalonan el Camino.

Desayunamos en ZUBIRI. En castellano “El pueblo del puente” (foto número 13 del álbum). Este puente medieval también se conocía como el de la rabia, ya que según la tradición, las reliquias de Santa Quiteria que se guardan en su estribo, protegían a todos los animales que le dieran tres vueltas.
El bar y la charcutería del pueblo son el mismo negocio, y pronto tenemos una mesa al sol con una fuente de panes tostados con todo tipo de embutidos caseros. Cuando pedimos cafés con leche, el jefe se ríe y nos dice que aquellos embutidos sólo se acompañan con vino y gaseosa. Y la verdad es que su tono indicaba a las claras que era algo que no estaba dispuesto a discutir. Levantamos nuestros vasos a la salud del Camino!
Al cabo de unos minutos de relax al sol aparece el personaje más pintoresco que pudiéramos imaginarnos. Andoni. El filósofo callejero y canalla de Bilbao (Foto 15). Andoni lleva 3 meses en el Camino, y me temo que si por él fuera se quedaría para siempre porque ha encontrado su sitio en el mundo. Salió de Bilbao en Marzo y llegó a Puente de la Reina. Desde ahí caminó hasta Santiago, luego a Finisterre, y volvió por el Camino del Norte hasta Santander, en donde decidió volver a bajar al camino original a la altura de Burgos, y ahora va en dirección contraria hacia Roncesvalles, a donde está a punto de llegar, aunque no sabe ya como posponer el momento, porque no sabe qué hará luego.
Andoni se sienta con nosotros, y a cambio de un par de cañas nos da una lección magistral de su visión de la vida, llena de extremos, pasiones combinadas con un pasotismo militante, una obsesión por las mujeres tachonada de comentarios despectivos hacia ellas, o una orientación a la vida sana y simple regada de unas dosis de alcohol diario que servirían para erradicar a todos los gérmenes y bacterias de la faz de la tierra.
Nos comenta que tiene 53 años y que ya lleva unos cuantos de baja de su trabajo en educación espacial por depresión, aunque confiesa ufano que en su vida ha dado un palo al agua – ni lo piensa dar. Considera que en el Camino tiene una audiencia cautiva que lo escucha fascinado, lo mima, y no sólo le provee de sus necesidades materiales sino que ocasionalmente incluso le da amor. Andoni es el cinismo en persona, pero sin embargo dice algo que me hace pensar. Está firmemente convencido de la existencia de un determinismo vital absoluto. Todas nuestras vidas están escritas ya con todo detalle y hagamos lo que hagamos no cambiaremos lo más mínimo lo que quiera que nos tenga que pasar. El libre albedrío es una falacia vanidosa que nos esclaviza, cegados por la ilusión de tener algo de libertad. Para Andoni, la consecuencia principal de esto es que tenemos que vivir a tope el momento, y no preocuparnos por lo que nos falte hoy o mañana. Su experiencia le confirma que la vida no para de proveer lo que vas necesitando, lo importante es no preocuparse ya que todo llegará. No puedo evitar hacer dos comparaciones: Andoni podría ser la cigarra hedonista del cuento, o con una guitarra sería Sabina!

Aprovechamos que se mantiene el sol, y ya nos metemos por el camino original entre bosques de hayas y siempre alrededor del río ARGA que nos lleva hasta Pamplona. Es una etapa rápida y deliciosa con unos paisajes increíbles, atravesando caseríos con un indudable tono vasco en esta Alta Navarra.

Llegamos a Pamplona y entramos por la Puerta de Francia en la ciudad medieval. Pronto nos vemos totalmente inmersos en la zona de pintxos y txiquiteo en pleno domingo a mediodía. Es una experiencia fantástica. Toda la ciudad en la calle disfrutando de todas esas tapas que un año u otro han sido premiadas en alguno de los certámenes gastronómicos de la zona.
En Pamplona nos comentan que están en alerta amarilla por lluvia para los próximos dos días y nos aconsejan seguir hacia el sur todo lo que podamos. Decidimos hacer 30 kms más y tratar de llegar a Puente de la Reina.

La lluvia de la primera etapa nos ha afectado tanto que huir de ella se ha convertido en una obsesión. Al cabo de un par de horas, y tras haber comido un par de tapas y llenado las cantimploras, abandonamos Pamplona.

Llevamos algo más de 24 horas de Camino, y ya sentimos la intensidad de las sensaciones. Comentamos entre nosotros que lo que hemos vivido en estas horas equivale a muchas semanas en nuestras vidas “cotidianas”. En mi opinión no hay misterio. Creo que todo se basa en un estado de conciencia ligeramente alterado, en el que confluyen los efectos de: Un entorno más agresivo y exigente, un enorme esfuerzo físico, un ambiente de hospitalidad y camaradería entre peregrinos y con las gentes de los pueblos por los que vas pasando. Todo esto hace que la actitud típica del peregrino sea de una altísima atención, una capacidad de concentración y ensimismamiento inaudita – sólo hay que probar a caminar más de 6 horas al día solo/a para ser capaces de entenderlo – y una sociabilidad muy alta en un afán por intercambiar experiencias y confidencias con cualquiera y en cualquier ocasión.

La salida de Pamplona a través del Campus de la universidad de Navarra es una auténtica delicia. El Camino está magníficamente señalizado y va entre los jardines de las facultades. A pesar de ser domingo por la tarde, hay bastante ambientillo. Mucho deben estar ya preparando exámenes finales.

Continúo pensando en la dureza casi inhumana de la subida a Roncesvalles y ahora con la perspectiva de la etapa de hoy, me parece que fue una buena introducción al Camino. Ahora apreciaré mucho más cada uno de los obstáculos, y todo lo mediré por el rasero de dureza del alto de Bentartea. Si fuera capaz de aplicar de forma sistemática y consistente a mi actitud vital sería mucho más feliz y haría mucho más feliz a la gente que me rodea!

El mayor obstáculo que nos encontraremos en esta etapa será la subida al Alto del Perdón. Los últimos dos kilómetros de subida son infernales, con rampas muy fuertes completamente embarradas. El primer km de bajada también nos pone a prueba ya que a la pendiente y el barro se unen muchas piedras sueltas. El único factor a favor que nos encontramos, es un fortísimo viento a favor que casi nos lleva en volandas. Pasamos sorteando molinos del parque eólico del Perdón. En un ataque de inspiración cervantina, me siento un moderno Quijote al límite de mi resistencia física, rodeado de gigantes que con grandes aspavientos zumban inclementes a mi paso. Decido posponer cualquier acometida y les emplazo a que nos veamos más adelante en unas circunstancias más equilibradas.

Paramos en el albergue de Uterga, y aprovechamos para hacer una merienda-cena con un delicioso menú del peregrino y unas encantadoras hospitaleras.

Entramos en Puente de la Reina al final de la tarde y nos vamos a dar una vuelta por el centro del pueblo. Aquí los caminos francés y aragonés se unen y es por ello un hito importante entre los peregrinos que vienen tanto de Somport como de Roncesvalles. En una taberna junto al río nos unimos a varios grupos de peregrinos y pronto estamos enzarzados en una animada discusión acerca de las ventajas de hacer el Camino a pie o en bicicleta, de tiempos y velocidades, y de las motivaciones de los peregrinos. Se plantea que el ritmo del Camino es para caminantes, y la velocidad óptima es de 5 km/hora. Cuando argumentamos que para eso hay que tener un mes como mínimo, y que ese es un privilegio que no está al alcance de cualquiera. Los caminantes perseveran y nos intentan convencer que en caso de no tener todo el tiempo, se puede hacer el Camino en varios fines de semana o períodos vacacionales… Bueno, para gustos… Ah! Y lo mejor de todo, la conversación ha tenido lugar en una mezcla de castellano, inglés, francés, alemán… Al final no llegamos a un acuerdo, pero hemos disfrutado de unas cañas y de uno de esos momentos únicos del Camino.

Finalizo esta entrada con una rápida nota de perfiles demográficos de los peregrinos de estas primeras etapas:
· 80% extranjeros de los cuales el 90% son franceses y alemanes.
· Entre los caminantes hay un 60% de hombres y un 405 de mujeres
· Entre los ciclistas el porcentaje de hombres sube hasta el 95% (sólo he visto dos mujeres ciclistas de momento)
· La edad media de los caminantes es de entre 50 y 65 años. La de los ciclistas es de 30 a 40 años.
· La proporción de caminantes a ciclistas es de 50 a 1.

Y mañana temprano hacia ESTELLA… Y desde allí a Logroño.