sábado, 7 de junio de 2008


Etapa 1 – St. Jean Pied de Port // Roncesvalles – 27 km – 4 horas 45 minutos. Velocidad media 6.3 km/h.


Patxi, “El Taxista del Valle” como él se autodenomina, nos deja en St. Jean a las siete y cuarto de la mañana. Josep, Oriol y yo estamos sin cenar y sin dormir. Pero la belleza del pueblecito y la excitación de comienzo del viaje hacen que ni lo notemos. Sin embargo, la primera decisión que tomamos es la de esperar a que alguna cafetería abra para poder desayunar.

Sellamos las credenciales de peregrinos y con un café con leche y un bocadillo de jamón serrano y pimientos verdes (¿?) comenzamos a negociar las durísimas rampas que nos llevan, primero al Coll de Bentartea (1.344 m) y luego al Collado de Lepoeder (1430 m). Para hacerse una idea de la subida, hay que pensar que St. Jean está a menos de 150 m de altura.

El día amanece claro, aunque muy nuboso, y con masas de nubes de agua por el norte y el noroeste que se aproximan rápidamente. Y cuando aún no hemos hecho 3 kms, nos vemos rodeados de una niebla espesa que ya no nos abandonará hasta un kilómetro antes de la Colegiata de Roncesvalles. A esto se une una lluvia fina y persistente que nos cala, tanto a nosotros como a nuestras alforjas – con todo su contenido, a pesar de la funda impermeable exterior. A medida que ascendemos baja rápidamente la temperatura. En St. Jean era de 10º, y al llegar al Coll de Bentartea, mi Suunto marca cero grados. El viento y el hecho de estar empapados hace que la sensación térmica sea todavía más baja.

A partir de la Cruz de Thibault, las pendientes se suavizan ligeramente. Pero comienza el barro. Es divertido ver cómo al principio tratamos de hacer pasar la bici por las zonas más secas e intentamos no pisar charcos o meter los pies en el barro. Una hora más tarde no hay un centímetro de bicicleta o de nosotros que no esté lleno de barro. Ya no tenemos ningún tipo de remilgo, y caminamos – casi nos arrastramos empujando las bicis – con el barro por las rodillas.
Tengo calambres en la manos – los guantes escupen agua cada vez que aprieto los puños – y en algún momento me pasa por la cabeza dar la vuelta y dejarme “caer” hasta St. Jean. Los últimos 4 kms se me hacen eternos – y eso que de ellos dos son cuesta abajo!

La visión de Roncesvalles entre hayedos nos devuelve el ánimo y las fuerzas. Media hora más

tarde (Alrededor de la una y media) estamos bajo el arco central de la Colegiata, en donde nos firman nuestras credenciales. Nos vamos al albergue a darnos una ducha de agua caliente y a ver cómo podemos secar todo lo que llevamos encima (son las siete de la tarde y aún no he conseguido hacer ningún progreso en este punto).

Una reparadora siesta, y a buscar una wi-fi para poder publicar todos estos posts.A las 20.00 Misa de Peregrinos… Y mañana muy temprano, a Pamplona

2 comentarios:

Carl Lyons dijo...

Tranquilo!

Good luck with the trip Alf. I remember you mentioning it a few years ago. Sounds like a brilliant adventure

Carl

Alfonso Castellano dijo...

HOLA Carl! What a great surprise amigo! I am so tranquilo! ;-)
It is really something that I am sure you´d love!
Take a lot of care!
Hug... and a SMILE! :-)
Alf