martes, 10 de junio de 2008

ETAPA 3 - Puente de la Reina - ESTELLA/Lizarra


Etapa 3 – Puente de la Reina – Estella/Lizarra – 27 km – 3 horas 30 minutos. Velocidad media 7.8 km/h.


Josep y Oriol tienen más presión de kilómetros, ya que tienen que llegar a Logroño el lunes por la noche para que se les una un tercer amigo que terminará el Camino con ellos. Salen a las 7 de la mañana. Yo decido salir a las ocho, y llegar sólo hasta Estella. No tengo interés en ir más rápido en estos momentos, ya que no me puedo pasar de León el sábado por la noche, punto en el que me alcanzarán Esther, Alfie y Mamá.

El día amanece muy cubierto confirmando el anuncio de lluvias en la zona. Cruzo el puente medieval y me pongo en camino. Me encuentro un poco frío pero fuerte. Muy pronto me encuentro con el primer obstáculo que pone a prueba mi resistencia. Una avalancha de barro endurecido como una roca, cubre un tramo de camino de unos dos kilómetros. Es una zona con fuertes rampas de subida, y empujar la bici por esa alfombra tortuosa, llena de surcos y de profundas roderas de tractor, es una tarea penosa. Hay momentos en el que me adelantan los caminantes, cuando Rita se me atasca en algún agujero.

Rita, la bici, es una veterana en estas lides. Ya compartimos la primera aventura del Camino en el año 99 por el Camino Aragonés. La Semana Santa del 2001 hicimos el tramo del Camino Navarro, incluida la subida de St. Jean a Roncesvalles, en la que tuvimos que negociar con mucha nieve en el Alto de Benartea. Posteriormente hicimos juntos gran parte de la Vía de la Plata, y la Ruta del Císter. Rita tiene ya diez años y no ha perdido un ápice de fogosidad y apetito para devorar kilómetros. Es una Schwimm Moab de 14 kilos de peso, que ahora carga 3 alforjas que la hacen arrastrar unos 26 kilos en total. A pesar de este lastre, el comportamiento está siendo extraordinario. Sólo en las subidas trialeras se complica un poco y es aquí en donde se notan esos kilos de más.

Al cabo de una hora y media doy alcance a un ciclista solitario. Ubo, bilbaíno, arrancó ayer en Roncesvalles, y salió a la misma hora que yo de Puente de la Reina esta mañana. Está amargado con el barro, que no le deja avanzar. Hablamos sobre todo de lluvia y barro – veo que el tema nos llega a obsesionar a todos! – mientras vamos dejando atrás a Cirauqui, Lorca y nos separamos en Villatuerta, en donde yo he pinchado. Me quedan sólo cinco kilómetros para Estella.

Villatuerta parece un pueblo abandonado. Cambio la rueda completamente solo en la plaza de la iglesia. Tengo que desmontar todas las alforjas y me lo tomo con toda la calma del mundo. Noto que tras menos de 72 horas ya estoy sumergido en un nuevo ritmo vital. El tiempo tiene un valor más relativo. Hago menos cosas para las cuales me tomo mucho más tiempo – y calma! – y sin embargo tengo una sensación de intensidad en cada momento, en cada minuto, como no tenía desde hacía mucho tiempo.

El sol sale tímidamente y me siento en la fuente a disfrutar del silencio. Ya arreglaré la rueda luego.

Juego con la idea de una sociedad que demandara a sus gobernantes un nivel más alto de bienestar, que incluyera el índice de felicidad de los ciudadanos. En ese contexto se tendrían que incluir medidas como que la Seguridad Social soportara un período sabático de 3 meses por cada 3 años trabajados a todos los ciudadanos. Para que con ese tiempo hagan lo que les de la real gana. Estudiar guitarra, viajar a Malasia o aprender Swajili… La gente podría acumular los períodos sabáticos y por ejemplo, tomarse un año completo por doce trabajados. Los beneficios personales y sociales serían extraordinarios y estoy convencido de que compensarían con creces el coste de la medida.
En la misma línea se me ocurría que hacer el Camino – o similar – podría ser una excelente actividad educativa para que los jóvenes tuvieran una experiencia de superación, aprecio de la diversidad, de cultura, arte, historia, gastronomía. Una inmersión en sociabilidad y cooperación en un entorno natural y exigente. Estoy convencido que sería un mes que no olvidarían en su vida, y de cuyos aprendizajes se beneficiaría toda la sociedad.

Salgo de mi estado de ensoñación y me vuelvo a poner en marcha. Al poco rato, cruzo el río Ega y entro en Estella/Lizarra. Una nueva etapa que se cierra y que vuelve a dejar una impronta única en ese proceso de reinvención en el que me encuentro.

Me siento afortunado… Y feliz… Y fuerte, consciente de mis fuerzas y mi capacidad de superación… Me siento enamorado, de Esther, de Alfie, de tanta gente… De la vida. Y tengo ese convencimiento profundo de que se está forjando un proyecto vital sólido y profundo, que va tomando forma poco a poco.

Gracias Camino! Gracias Santiago! ULTREIA!!!

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