miércoles, 18 de junio de 2008

ETAPA 8 - Carrión de los Condes - LEÓN


Etapa 8 – Carrión de los Condes - León – 106 km – 8 horas 5 minutos. Velocidad media 18.6 km/h.


Amanezco muy temprano en el Monasterio de San Zoilo. Son las seis y media de la mañana y veo a través de mi ventana que el cielo sobre el claustro es de un azul intenso.

El último episodio del día de ayer fue emocionante. Me encontraba subiendo fotos al álbum web, en el único sitio en el que había encontrado conexión wi-fi en el hotel. Al fondo de la cafetería bar, en el salón de fumadores. Estaba completamente solo, hasta que al rato entró un grupo de señores de alrededor de 60 años, de los que me hice la composición de lugar, que de alguna manera podían ser representantes de las fuerzas vivas del pueblo. Pidieron botellas de cava y wiskies – en un reparto a un 50% - y comenzaron la tertulia con un análisis – no excesivamente exhaustivo o intelectualizado – de la situación en el PP. El centro del debate sobre el origen del declive del Aznarismo tenía para ellos 3 posibles fuentes: La foto de las Azores (1 voto); La boda de la Hijísima (4 votos); Las piernas encima de la mesa en el rancho de Bush (2 votos). De repente, y sin solución de continuidad alguna, uno de ellos comenzó a declamar y dramatizar poemas de los Campos de Castilla de Machado, con una habilidad que yo nunca había visto antes en un acto no profesional. A continuación cada uno de ellos iba declamando su propia selección – tras hacer una breve introducción del poema y su autor. Fueron unas dos horas en las que dejé todo lo que estaba haciendo, y quedé completamente cautivado, no sólo de la belleza de las poesías, y de la maestría con la que declamaban y dramatizaban, sino sobre todo por haber tenido el privilegio de disfrutar de algo que jamás me hubiera imaginado que pudiera constituir la actividad del viernes por la noche de un grupo de señores, en Carrión de los Condes – Palencia – en el marco del Monasterio de San Zoilo. Y hay quién todavía duda de la capacidad de la vida para sorprendernos? (incluso gratamente!).

Hoy tengo por delante la etapa más larga del Camino. 110 km por andaderos la mayoría del tiempo, junto a la N120. El trayecto es prácticamente llano en su totalidad. Hago los primeros 50 km en dos horas. Debo haber adelantado a unos 200 caminantes, y a 15 ciclistas. Dos de ellos – de Guipúzcoa - iban muy bien de ritmo. Hemos pedaleado juntos durante un rato – no parecía ser gente de muchas palabras – y se han quedado descolgados en un pueblo un poco más allá.
Además de la lluvia, el único riesgo de una etapa como esta sería el viento en contra – que ya me torturó la vez anterior en esta zona. Al cabo de unos kilómetros luchando contra ese enemigo invisible, uno comienza a desear que lleguen cuestas fuertes para que hagan de parapeto, y para saber al menos a la dificultad a la que te enfrentas.

Hoy no hace viento! Y la etapa es un placer.

El cielo se mantiene con nubes y claros, aunque las temperaturas tardan en subir. Salí de Carrión con 7º, y a las once de la mañana en Sahagún, con un sol radiante, sólo ha subido a 14º. Aunque se siente un poco de fresco, las condiciones son óptimas para devorar kilómetros.

A unos dos kilómetros de entrar en el Burgo Ranero, alrededor del kilómetro 65 del día de hoy, tengo un reventón. Decido caminar un poco mientras empujo a Rita, a ver si puedo repararla en alguna sombra, dentro del pueblo. Me adelantan los dos ciclistas guipuzcoanos, y me comentan que me esperan en el pueblo por si necesitara ayuda. Comentan además que llevan intentando alcanzarme desde hace más de una hora, y que no ha habido manera. Tengo la impresión de que este punto les ha hecho un poco más “sociables”.

Rodando por esas larguísimas llanuras, en la más absoluta soledad durante horas, con una sensación de integración total con la bicicleta, con el entorno y con el propio camino, he tenido explosiones de plenitud. El silencio, roto por el sonido de la brisa, o por algún pájaro, la forma física, que va mejorando día a día, y que hace que los esfuerzos sean incluso placenteros, y la paz mental adquirida después de 7 días inmerso en esta experiencia, hacen que hayan momentos en los que se confunden interior y exterior. Momentos en los que te puedes sentir tú mismo camino. Remedo con una sonrisa el comentario de Bruce Lee en el famoso anuncio, “Be wáter my friend”, y lo transformo en “Se tu mismo el Camino”… Sólo por poder llegar a esto valdrían la pena 100 subidas a Roncesavalles desde St. Jean!!!

El problema de la rueda es peor de lo que esperaba. Alguna piedra cortante debe haber rajado la cubierta, y al cambiar la cámara y darle presión hace una bola, que al tocar con las zapatas de freno, la revienta. No tengo claro cómo solucionarlo – y me quedan más de 50 km! – cuando uno de los ciclistas guipuzcoanos se me acerca y me comenta que a él le ha pasado, y que si consigo encontrar algo sólido pero flexible, que pueda colocar entre la cámara y la cubierta, a lo mejor consigo llegar a León. El remedio parece funcionar, y salgo rápidamente hacia Mansilla de las Mulas, a 20 km para probarlo. Ellos salen más tarde y así me encontrarán por el camino en caso de que vuelva a necesitar ayuda. Quedamos a comer juntos en Mansilla.

Nunca se les ocurra hacer el Camino con un profesional. Txomin es un ciclista semiprofesional, que hace tanto montaña como carretera, y que compite casi todos los fines de semana. Mega es el amigo que “ha picado” para acompañarles a hacer el Camino de Santiago, porque es muy fácil. Sus caras cuentan el resto de la historia por sí mismas. Txomin está fresco y un poco hastiado de lo sencillo, y hasta aburrido que es todo. Mega no puede ni hablar. Quemado por el sol, con los ojos a punto de salírsele de sus órbitas. No tiene un centímetro de cuerpo que no le duela. Y lo malo que es ya no puede hacer bajar más el ritmo a Txomin. Para rematarlo, Mega viene en una bicicleta prestada, que sigue un estructurado proceso de desmontaje a lo largo del camino, y no hay día en que no se le caigan dos o tres piezas. Hoy pretenden pasar de León y llegar a Astorga. Esto son más de 160 km de una tirada. Cuando me levanto de la mesa les deseo suerte, y echo a Mega una última mirada de simpatía y solidaridad y siento que me mira ansioso, como animándome a hacer algo para liberarle de su personal martirio.

Llego a León sin más problemas – La rueda roza un poco pero en general Rita se comporta perfectamente. Vuelvo a quedarme boquiabierto – una vez más – ante la belleza impresionante de la fachada de SAN MARCOS.

…Y en unas horas llegan Esther, Alfie y Mamá, que ya están en carretera.

La experiencia del Camino mejora día a día, porque creo que el Camino me está forjando esa actitud de luchar y vencer las resistencias, mediante el fluir de los esfuerzos. Y todavía que me quedan más de 300 km de aprendizajes!

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